Historia de la Ciencia
Jean-François de La Pérouse: El explorador olvidado del siglo XVIII
Jean-François de Galaup, conde de La Pérouse, fue un navegante y explorador francés cuya trágica desaparición en el Pacífico lo relegó al olvido, a pesar de sus notables contribuciones a la cartografía y la exploración. Su expedición, auspiciada por el rey Luis XVI, buscaba completar el trabajo iniciado por James Cook, pero nunca regresó a Francia.
Los Inicios de un Explorador
Nacido el 23 de agosto de 1741 en Albi, Francia, La Pérouse ingresó en la Marina Real a los 15 años. Durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, demostró su habilidad naval en combates contra los británicos. Su destreza le valió el reconocimiento real y la encomienda de una de las misiones de exploración más ambiciosas del siglo XVIII.
La Gran Expedición Científica
En 1785, Luis XVI lo nombró líder de una expedición destinada a explorar el Pacífico y consolidar el conocimiento geográfico de la región. A bordo de los buques La Boussole y L'Astrolabe, su tripulación incluía científicos, cartógrafos y artistas, reflejando el interés ilustrado por la investigación y el descubrimiento.
La expedición cartografó costas desde Sudamérica hasta Alaska, exploró las islas del Pacífico y visitó China, Filipinas y Australia. Sus descubrimientos aportaron datos clave sobre la geografía y la vida marina, consolidando el conocimiento europeo sobre el mundo.
![[Img #75347]](https://noticiasdelaciencia.com/upload/images/03_2025/4439_laperouse_1.jpg)
(Foto: Wikimedia Commons)
El Misterio de su Desaparición
En 1788, tras dejar Botany Bay, Australia, La Pérouse y su tripulación desaparecieron sin dejar rastro. No fue hasta 1827 que se hallaron restos de sus barcos en la isla Vanikoro (actualmente en las Islas Salomón), confirmando que naufragaron en un arrecife. Aunque algunos sobrevivientes pudieron haber alcanzado la isla, nunca lograron regresar a Europa.
Reconocimiento
A pesar de su trágica desaparición, La Pérouse dejó un impacto duradero en la historia de la exploración. Sus mapas y diarios, enviados previamente desde Australia, ayudaron a futuras expediciones. Hoy, su memoria perdura en topónimos como la Bahía de La Pérouse en Alaska y la Estación de Investigación La Pérouse en Francia.



