Psicología
El miedo a las arañas y las serpientes no es innato
En una investigación, se ha llegado a la conclusión de que no nacemos con miedo a las arañas y las serpientes, aunque sí podemos pasar a temerlas más deprisa que a otras cosas que en la naturaleza no existen o no suelen ser tan peligrosas.
Una teoría acerca de por qué tenemos tanto miedo a las arañas y a las serpientes sostiene que se debe a que muchas son venenosas, y que por ello la selección natural pudo haber favorecido a las personas que más evitaban acercarse a estas peligrosas criaturas.
De hecho, varios estudios han verificado que es más fácil para los seres humanos y los monos aprender a temer a peligros naturales que a cosas también naturales pero que no entrañan riesgos elevados. Por ejemplo, los resultados de una investigación realizada por Arne Ohman del Instituto Karolinska en Suecia, demuestran que se puede enseñar a la gente a asociar una descarga eléctrica con fotos de serpientes y arañas o bien con fotos de flores y hongos, pero el efecto dura mucho más tiempo si la asociación se hace con las fotos de serpientes y arañas.
Del mismo modo, la investigación de Susan Mineka (de la Universidad del Noroeste, en Estados Unidos) muestra que los monos que se crían en un laboratorio, libres de peligros naturales, no tienen miedo a las serpientes, pero sin embargo aprenden a temerlas mucho más fácilmente que a las flores o a los conejos, a igual grado de amenaza, natural o artificial.
Los autores de la nueva investigación, Vanessa LoBue de la Universidad Rutgers, David H. Rakison de la Universidad Carnegie Mellon y Judy S. DeLoache de la Universidad de Virginia, han estudiado cómo los bebés y los niños de corta edad reaccionan a objetos amenazantes. En una serie de experimentos, mostraron a niños de 7 meses de edad dos videos, uno junto al otro. En uno de ellos aparecía una serpiente, y en el otro algo, en principio, menos amenazante, como un elefante. Al mismo tiempo, los investigadores reprodujeron una voz que reflejaba miedo, o una voz que reflejaba alegría. Los bebés pasaron más tiempo mirando los videos de serpientes cuando escuchaban las voces que reflejaban miedo, pero no mostraron signos de tenerlo ellos.
En otro experimento, a niños de tres años de edad se les mostró, en una pantalla, nueve fotografías y tenían que identificar el objetivo que se les pedía. Los niños identificaron a las serpientes más rápidamente que a las flores, y también con mayor rapidez que a otros animales que se parecen a las serpientes pero no entrañan el peligro de éstas, como por ejemplo orugas. Los niños que tenían miedo de las serpientes eran igual de rápidos para detectarlas que los niños que no habían desarrollado ese miedo.