Paleontología y arqueología
Atapuerca reescribe la historia del primer poblamiento europeo
Un fragmento facial humano descubierto en el yacimiento paleontológico de la Sima del Elefante (Sierra de Atapuerca, Burgos) en 2022 y que data de hace entre 1,1 millones de años y 1,4 millones revela el rostro humano más antiguo conocido de Europa occidental. Se ha determinado que este fragmento, catalogado como ATE7-1, perteneció a un Homo affinis erectus. Esta pieza aporta datos nuevos y reveladores sobre las primeras migraciones y la evolución de los homininos en el continente europeo durante el Pleistoceno inferior.
El estudio de este hallazgo ha sido liderado por Rosa Huguet, investigadora del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), que es una de las instituciones CERCA de la Generalitat de Cataluña. Huguet es además profesora asociada de la Universidad Rovira i Virgili (URV) y coordinadora, junto con Xosé Pedro Rodríguez-Álvarez, investigador de la URV, de los trabajos de excavación e investigación en el yacimiento de Sima del Elefante. El estudio es fruto de la colaboración entre una amplia representación de personal investigador y técnico del IPHES y la URV, así como de otras instituciones nacionales e internacionales, entre las que destaca el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), en España.
Más erectus que antecessor
Durante la campaña de excavación de 2022, el Equipo de Investigación de Atapuerca extrajo varios fragmentos de la parte izquierda de la cara de un individuo adulto en el nivel TE7 de la Sima del Elefante. Estos fragmentos han requerido un laborioso trabajo de reconstrucción mediante técnicas tradicionales de conservación y restauración, así como con herramientas avanzadas de imagen y análisis 3D.
Tras dos años de investigación, el análisis detallado de ATE7-1 (Pink) ha permitido concluir que esta cara no corresponde a un individuo de la especie Homo antecessor, identificada en el yacimiento de la Gran Dolina, sino a un sujeto de una especie más primitiva. Sin embargo, las evidencias no son suficientes para una clasificación taxonómica definitiva, por lo que, de forma provisional, se ha asignado al Homo affinis erectus.
Como explica María Martinón-Torres, directora del CENIEH y una de las investigadoras principales del Proyecto de Investigación de Atapuerca, “el Homo antecessor comparte con el Homo sapiens una cara de aspecto más moderno y la proyección de los huesos de la nariz, mientras que la configuración del rostro de Pink es más primitiva, con rasgos que recuerdan al Homo erectus, especialmente en su estructura nasal, plana y poco desarrollada”. No obstante, la investigadora subraya que “la evidencia aún no es suficiente para una clasificación definitiva y por eso se asigna al Homo affinis erectus. Con este término se reconocen las afinidades de Pink con el Homo erectus, pero se deja abierta la posibilidad de que pertenezca a otra especie”.
El fósil ATE7-1, de hace entre 1,1 y 1,4 millones de años, es significativamente más antiguo que los restos de Homo antecessor, cuya antigüedad se estima en aproximadamente 860.000 años. Esta cronología sugiere que Pink pertenece a una población que llegó a Europa en una oleada migratoria anterior a la del Homo antecessor.
Entorno y forma de vida
El nivel TE7 de la Sima del Elefante, donde se halló ATE7-1, contiene numerosas evidencias de la presencia y actividades de los homininos durante el Pleistoceno Inferior. Entre ellas, se han descubierto herramientas de piedra y restos faunísticos con marcas de corte, lo que indica el uso de tecnología lítica para el procesamiento de animales.
Según Xosé Pedro Rodríguez-Álvarez, especialista en industria lítica, “las herramientas de cuarzo y sílex halladas, aunque sencillas, indican una estrategia de subsistencia efectiva y demuestran la capacidad de estos homininos para explotar los recursos de su entorno”.
Las marcas de corte identificadas en los restos de animales muestran claras evidencias del uso de estas herramientas para descarnar las carcasas de animales. “Estas prácticas indican que los primeros europeos conocían bien los recursos animales disponibles y sabían aprovecharlos de forma sistemática”, añade Rosa Huguet, especialista en tafonomía.
El conjunto de datos paleoecológicos obtenidos del nivel TE7 muestran que el paisaje del Pleistoceno inferior en la Sierra de Atapuerca combinaba zonas boscosas, praderas húmedas y fuentes de agua estacionales, proporcionando un entorno rico en recursos para estos primeros pobladores humanos.
Trabajos de excavación arqueológica en el nivel TE7 de la Sima del Elefante (Sierra de Atapuerca, Burgos). (Foto: Maria D. Guillén / IPHES / CERCA)
Un hito clave para el proyecto Atapuerca
El descubrimiento de ATE7-1 supone un nuevo paso adelante para el Proyecto Atapuerca y para el estudio del poblamiento humano de Europa. Según Marina Mosquera, directora del IPHES y una de las investigadoras principales del Proyecto Atapuerca, “este yacimiento es clave para entender nuestros orígenes, y el nuevo hallazgo refuerza el papel de Atapuerca como un referente mundial en el estudio de la evolución humana”.
El fósil no sólo amplía el conocimiento sobre los primeros pobladores de Europa, sino que también plantea nuevas preguntas sobre el origen y la diversidad de los homininos que habitaron el continente. Según Eudald Carbonell, codirector del Proyecto Atapuerca, “el hecho de que encontremos evidencias de diferentes poblaciones de homininos en Europa occidental durante el Pleistoceno inferior sugiere que este territorio fue un punto clave en la historia evolutiva del género Homo”.
El equipo investigador prevé que futuros descubrimientos y análisis ayudarán a precisar mejor el origen y dinámica del poblamiento humano inicial en Europa.
Entre las instituciones involucradas en este estudio, también figuran el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Museo Nacional de Ciencias Naturales, la Universidad Internacional Isabel I de Castilla, el Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos, las universidades de Alcalá, Oviedo, Zaragoza, País Vasco y Complutense de Madrid, el Centro de Investigación Interuniversitario de los Paisajes Atlánticos Culturales (CISPAC) en Galicia, el Instituto de Arqueología de Mérida y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), todas estas entidades en España, así como el University College de Londres en el Reino Unido, la Universidad Monash en Australia y otras instituciones.
El estudio se titula “The earliest human face of Western Europe”. Y se ha publicado en la revista académica Nature. (Fuente: IPHES)