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Redacción
Miércoles, 16 de Abril de 2025
Geología

Los continentes perdidos

A lo largo de la historia de la Tierra han existido gigantescas masas continentales—supercontinentes y continentes “perdidos”—cuyos legados han dado forma a nuestra geografía actual y han influido en la evolución de la vida. Estos antiguos continentes, como Gondwana y Laurasia, emergen en un relato geológico fascinante, marcado por ciclos de unión y separación impulsados por la dinámica de las placas tectónicas.

 

El concepto de “continentes perdidos” se refiere pues a masas de tierra que alguna vez existieron en una configuración diferente a la actual. Lejos de ser meramente mitológicos, supercontinentes como Pangea, Gondwana, Laurasia, y otros más antiguos (Rodinia, Columbia o Nuna) se han reconstruido a partir de evidencias paleomagnéticas, fósiles y la disposición de las rocas. Su estudio no solo nos ayuda a entender la historia geológica, sino que además revela cómo las condiciones ambientales influenciaron la biodiversidad y el clima a lo largo de millones de años.

 

La Dinámica de la Deriva Continental

 

La teoría de la deriva continental, propuesta inicialmente por Alfred Wegener en 1912, explicó cómo las masas terrestres se han desplazado a lo largo del tiempo. Gracias al desarrollo de la tectónica de placas, hoy sabemos que estas tierras flotan sobre el manto terrestre en un constante y lento movimiento. Este proceso ha permitido la formación y disolución de supercontinentes, en ciclos que se extienden por cientos de millones de años.

 

Los Supercontinentes y su Ciclo Evolutivo

 

Pangea: El Último Gran Supercontinente

 

Hace aproximadamente 335 millones de años, la unión de todas las masas terrestres dio lugar a Pangea. Este supercontinente, rodeado por el inmenso océano Panthalassa, alcanzó su máxima extensión en el Pérmico y luego comenzó a fragmentarse hace unos 175 millones de años durante el Mesozoico. La separación de Pangea originó dos grandes bloques:

 

-Laurasia: Ubicada en el hemisferio norte, que posteriormente se fragmentó en lo que hoy son América del Norte, Europa y parte de Asia.

-Gondwana: Situada en el hemisferio sur, cuyo rompimiento dio lugar a Sudamérica, África, la Antártida, Australia, la India, y Madagascar.

 

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(Foto: Wikimedia Commons)

 

Gondwana: El Gigante del Hemisferio Sur

 

Gondwana se formó a partir de la unión de varios cratones durante el Neoproterozoico, hace alrededor de 600 millones de años. Durante gran parte del Paleozoico, este supercontinente dominó el hemisferio sur y fue fundamental en la configuración de la biogeografía global. Entre sus características destacan:

 

-Diversidad biológica y paleontológica: La distribución de fósiles de plantas y animales, como el helecho Glossopteris, evidencia la unión de las regiones actuales de América del Sur, África, Australia y la Antártida.

-Ruptura y fragmentación: Durante el Jurásico y Cretácico, Gondwana comenzó a disgregarse. La separación de África y Sudamérica abrió el Océano Atlántico Sur, mientras que India emprendió un espectacular viaje hacia el norte, colisionando con Eurasia y formando el Himalaya.

 

Laurasia: El Continente del Norte

 

En contraste con Gondwana, Laurasia surgió como el bloque continental del hemisferio norte. Se formó a partir de la fragmentación del antiguo Pangea y comprendía lo que actualmente son:

 

-América del Norte, Europa y Asia (excepto el subcontinente indio): Este supercontinente fue escenario de importantes eventos evolutivos, siendo el hogar de las primeras aves, mamíferos y reptiles.

-Importancia tectónica: La formación de Laurasia implicó colisiones y extinciones que configuraron las cadenas montañosas de los actuales Apalaches y los Alpes, en una larga historia de orogenias.

 

Supercontinentes Anteriores: Rodinia, Columbia y Más

 

Antes de Pangea, la Tierra vio la existencia de otros supercontinentes que también han dejado su huella en la geología planetaria:

 

-Rodinia (aproximadamente 1,3 - 0,75 mil millones de años): Se considera uno de los supercontinentes más antiguos, y su ruptura pudo haber influido en eventos climáticos extremos, como la hipótesis de la “Tierra bola de nieve”.

-Columbia (o Nuna): Formado hace alrededor de 2 mil millones de años, este supercontinente es clave para entender los inicios de la corteza continental moderna.

 

Estas uniones y separaciones reiteradas subrayan la naturaleza cíclica de la tectónica y cómo cada era supercontinental contribuye a la configuración del planeta.

 

Impacto en el Clima y la Biodiversidad

 

La fragmentación de estos antiguos supercontinentes tuvo consecuencias directas en el clima global. Por ejemplo:

 

-Modificación de Corrientes Oceánicas: La apertura de nuevos océanos, como el Atlántico, alteró los patrones de circulación oceánica y redistribuyó el calor en el planeta.

-Efectos sobre la Evolución de la Vida: La separación de continentes generó barreras geográficas que propiciaron la divergencia evolutiva, dando origen a endemismos y a la diversificación de flora y fauna.

-Eventos Extintivos: Cambios abruptos en la configuración continental han coincidido con extinciones masivas, como la del Pérmico-Triásico, resaltando la estrecha conexión entre la geodinámica y la biología.

 

Importancia de Estudiar los Antiguos Continentes Perdidos

 

Investigar la historia de estos continentes es esencial para comprender:

 

-La Evolución Geológica del Planeta: Cómo se han formado y fragmentado las masas terrestres, y cómo estos procesos continúan hoy en día.

-La Distribución Actual de los Continentes: Reconstruir supercontinentes ayuda a explicar la proximidad de ciertos fósiles y similitudes geológicas entre regiones aparentemente dispares.

-El Futuro de la Tierra: Algunos estudios sugieren que en cientos de millones de años podrían formarse nuevos supercontinentes, como Amasia o Novopangea, lo que añade una dimensión fascinante a la predicción del futuro geológico.

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