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Redacción
Viernes, 02 de Mayo de 2025
Psicología

¿Por qué algunas personas tienen tendencia a creerse las teorías de la conspiración?

La tendencia a creer en teorías de la conspiración responde a una compleja interacción de factores cognitivos, emocionales, sociales y culturales. Comprender estos mecanismos es clave para diseñar estrategias de alfabetización mediática y promover el pensamiento crítico.

 

1. Factores cognitivos

 

1.1 Sesgos heurísticos y proporción de causas

 

El sesgo de proporcionalidad (proportionality bias) consiste en asumir que sucesos de gran impacto requieren causas igualmente extraordinarias, lo que favorece la aceptación de explicaciones conspirativas. Estudios han demostrado que, al leer relatos sobre atentados o muertes de figuras prominentes, los participantes atribuyen más probabilidad a conspiraciones cuando el desenlace es dramático.

 

1.2 Búsqueda de patrones y certeza rápida

 

Frente a la sobrecarga informativa, el cerebro recurre a atajos mentales (heurísticos) para procesar datos rápidamente. Estos atajos pueden conducir a falsos patrones y a conclusiones precipitadas, especialmente cuando los canales oficiales ofrecen explicaciones ambiguas o percibidas como insuficientes.

 

2. Factores emocionales y de motivación

 

2.1 Miedo, ansiedad y necesidad de control

 

La ansiedad y el sentimiento de impotencia son disparadores de creencias conspirativas: al entender un evento como diseñado por un grupo poderoso, se recupera una ilusión de control y coherencia emocional. Investigaciones indican que, tras sucesos traumáticos o periodos de alta incertidumbre, aumenta la adhesión a narrativas conspirativas como mecanismo de afrontamiento.

 

2.2 Deseo de singularidad y superioridad

 

Creer en teorías conspirativas también otorga un sentido de exclusividad, al sentirse “entre los pocos que conocen la verdad”. Además, rasgos de personalidad como el narcisismo se asocian con mayor propensión a conspirar, ya que refuerzan la percepción de superioridad intelectual sobre el resto.

 

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3. Factores sociales y de comunidad

 

3.1 Pertenencia a “cámaras de eco”

 

Las redes sociales y foros digitales propician cámaras de eco donde las creencias conspirativas se refuerzan mutuamente, aislando a los individuos de perspectivas contrarias. El análisis de comunidades en Reddit reveló que las interacciones dentro de estos grupos son más fuertes predictores de radicalización que los factores individuales.

 

3.2 Influencia de líderes y movimientos políticos

 

Personajes públicos y políticos pueden amplificar teorías conspirativas con fines electorales o de legitimación, como se observó en casos recientes de campañas antivacunas o negacionismo climático. Este impulso desde la esfera pública legitima narrativas sin fundamento y facilita el desacople de la opinión pública de la información verificada.

 

4. Factores culturales y mediáticos

 

4.1 Desinformación y algoritmos

 

Los algoritmos de recomendación priorizan contenido emocional y llamativo, favoreciendo la propagación de noticias falsas y conspirativas. Plataformas como YouTube y Facebook han sido criticadas por amplificar sistemáticamente este tipo de material, creando espirales de desinformación.

 

4.2 Efecto de la fatiga informativa

 

La exposición constante a noticias negativas genera fatiga cognitiva, lo que reduce la motivación para verificar fuentes y favorece la aceptación de explicaciones simplistas. Estudios recientes asocian problemas de sueño y salud mental con mayor vulnerabilidad a conspiraciones, al mermar la capacidad crítica individual.

 

Entender por qué las personas tienden a creer en teorías de la conspiración exige pues abordar simultáneamente los sesgos cognitivos, las necesidades emocionales, las dinámicas sociales y los mecanismos de la era digital. Las estrategias de alfabetización mediática y promoción del pensamiento crítico son esenciales para contrarrestar la desinformación. Además, mejorar la transparencia institucional y ofrecer explicaciones claras en situaciones de crisis puede reducir el vacío de información que alimenta las narrativas conspirativas. Solo con un enfoque multidisciplinar —que combine psicología, sociología y tecnología— podremos mitigar el impacto de estas creencias en la sociedad contemporánea.

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