Botánica
Así combaten la sequía las plantas
La sequía se ha convertido en una de las principales amenazas para la agricultura, la biodiversidad y la seguridad alimentaria. Sin embargo, las plantas —esas aliadas silenciosas del ecosistema— han desarrollado a lo largo de millones de años sofisticadas estrategias para sobrevivir en condiciones extremas de escasez de agua. ¿Cómo lo hacen? ¿Qué mecanismos emplean para resistir y adaptarse?
Adaptación, resistencia y evasión: tres formas de enfrentar la sequía
Las plantas no combaten la sequía con una única táctica. Según los botánicos, existen tres grandes estrategias evolutivas:
-Tolerancia a la desecación: Algunas plantas, como los líquenes o las llamadas “plantas resucitadoras” (como Selaginella lepidophylla), pueden perder casi toda el agua de sus tejidos y entrar en un estado de latencia. Una vez que vuelve la humedad, reanudan su actividad metabólica en cuestión de horas.
-Evasión de la sequía: Otras especies, especialmente en zonas áridas, evitan las épocas secas completando su ciclo vital en los breves periodos húmedos. Son las llamadas plantas efímeras del desierto, como muchas especies del desierto del Sáhara o el desierto de Atacama. Germinan, florecen y producen semillas en pocas semanas antes de que regrese la sequía.
-Resistencia a la sequía: La mayoría de las especies agrícolas y forestales adoptan esta vía. Desarrollan estructuras anatómicas y fisiológicas que les permiten mantener su actividad durante la escasez de agua, aunque a un ritmo reducido.
Estrategias fisiológicas: cómo conservan y utilizan el agua
Las plantas resistentes a la sequía modifican su fisiología para minimizar la pérdida de agua y maximizar su uso. Algunas de las adaptaciones más comunes son:
-Cierre estomático: Los estomas, pequeñas aperturas en las hojas, regulan el intercambio de gases. En condiciones secas, muchas plantas los cierran para reducir la transpiración.
-Reducción del tamaño foliar o pérdida de hojas: Algunas especies desarrollan hojas más pequeñas, gruesas o incluso espinosas, como los cactus, para reducir la evaporación. Otras, como los árboles caducifolios, pierden hojas durante las sequías prolongadas.
-Acumulación de osmólitos: Sustancias como prolina o azúcares se acumulan en las células para retener agua y proteger las estructuras celulares frente a la deshidratación.
-Aumento de la profundidad radicular: Algunas plantas desarrollan raíces extremadamente profundas para acceder a capas de agua subterránea. Un ejemplo es el mezquite (Prosopis spp.), cuyas raíces pueden alcanzar más de 50 metros.
La ingeniería genética como aliada
En los últimos años, los avances en biotecnología han permitido identificar genes clave relacionados con la tolerancia a la sequía. Investigadores trabajan en el desarrollo de cultivos transgénicos o editados genéticamente con CRISPR que expresen características de resistencia al estrés hídrico. Por ejemplo, variedades de arroz, trigo y maíz modificadas para mantener altos rendimientos en condiciones áridas están en fase de prueba o ya se cultivan en regiones de África y Asia.
Plantas del futuro: lecciones de la naturaleza
Comprender cómo combaten la sequía las plantas no solo es un ejercicio de curiosidad científica. También es crucial para diseñar soluciones agrícolas sostenibles, restaurar ecosistemas degradados y prever los efectos de un clima cada vez más impredecible. Al estudiar a fondo los mecanismos de supervivencia vegetal, los científicos pueden replicar o imitar estas estrategias en cultivos vitales para la humanidad.
Como señala la botánica española Ana María González, “la naturaleza ya ha encontrado respuestas al problema de la sequía. Nuestro reto es entenderlas y adaptarlas a nuestras necesidades”.