Microbiología
Microbios que moldean la Tierra
La geología, ciencia de las rocas, y la microbiología, ciencia de los organismos más diminutos del planeta, parecen disciplinas alejadas. Sin embargo, en los últimos años, investigaciones pioneras han revelado una conexión profunda entre ambas: los microbios no solo sobreviven en ambientes geológicos extremos, sino que también participan activamente en la formación, transformación y descomposición de minerales. Esta relación, aún poco conocida por el gran público, está cambiando nuestra visión sobre cómo funciona el planeta Tierra.
Microorganismos extremófilos: vida donde parece imposible
En las profundidades de las minas, en fuentes hidrotermales del fondo oceánico, en cuevas sin luz y en las capas más profundas del subsuelo terrestre, viven microbios conocidos como extremófilos. Estos microorganismos prosperan en condiciones que matarían a cualquier ser humano: temperaturas superiores a los 100°C, acidez extrema, ausencia total de oxígeno o presión aplastante.
Pero no solo sobreviven, también alteran químicamente su entorno. Algunas bacterias, como las quimiolitótrofas, obtienen energía al oxidar minerales como el hierro, el azufre o el manganeso. Este proceso, llamado quimiosíntesis, puede producir nuevos minerales o modificar los ya existentes, generando procesos geológicos a escala microscópica.
Biomineralización: cuando los microbios fabrican minerales
Uno de los campos más fascinantes de la biogeoquímica —la intersección entre biología y geología— es la biomineralización, el proceso por el cual los microbios precipitan minerales como parte de su metabolismo. Por ejemplo, algunas bacterias inducen la formación de carbonato cálcico (CaCO₃), contribuyendo a la creación de estromatolitos, estructuras rocosas que forman parte del registro fósil más antiguo conocido en la Tierra.
Estos procesos no solo explican cómo se formaron ciertas rocas en el pasado, sino que también tienen aplicaciones actuales en la biorremediación (limpieza de suelos contaminados) y la minería verde, donde se utilizan bacterias para extraer metales sin dañar el medio ambiente.
(Foto: Terry J. McGenity, Amare Gessesse, John E. Hallsworth, Esther Garcia Cela, Carol Verheecke-Vaessen, Fengping Wang, Max Chavarría, Max M. Haggblom, Søren Molin, Antoine Danchin, Eddy J. Smid, Cédric Lood, Charles S. Cockell, Corinne Whitby, Shuang-Jiang Liu, Nancy P. Keller, Lisa Y. Stein, Seth R. Bordenstein, Rup Lal, Olga C. Nunes, Lone Gram, Brajesh K. Singh, Nicole S. Webster, Cindy Morris, Sharon Sivinski, Saskia Bindschedler, Pilar Junier, André Antunes, Bonnie K. Baxter, Paola Scavone and Kenneth Timmis. Foto de Mike Dyall-Smith.)
La Tierra primitiva y la búsqueda de vida extraterrestre
Estudiar los microbios geológicos también es clave para entender cómo surgió la vida en la Tierra. Se cree que los primeros organismos vivieron en ambientes extremos similares a los que hoy habitan los extremófilos. Las fuentes hidrotermales marinas, por ejemplo, podrían haber sido incubadoras naturales para la vida hace más de 3.500 millones de años.
Esta línea de investigación también alimenta la astrobiología. Si la vida pudo surgir en ambientes geológicamente activos aquí, ¿podría hacerlo también en Marte, Europa o Encélado? La detección de biomarcadores —minerales o compuestos químicos formados por microbios— es una estrategia clave en misiones como la del rover Perseverance en Marte.
Una nueva visión de la Tierra como sistema vivo
La creciente evidencia científica apunta a que los microbios no son simples pasajeros del planeta, sino ingenieros activos de su geología. Sus huellas están escritas en las rocas, en los minerales y en los ciclos geoquímicos que regulan el clima y la habitabilidad terrestre.
Hoy, geólogos y microbiólogos colaboran como nunca antes. La unión de estas disciplinas está dando lugar a una visión más integrada de la Tierra: un sistema donde la vida y las rocas coevolucionan, influyéndose mutuamente a lo largo de miles de millones de años.