Salud
La radiación invisible: ¿cuánta radiación ionizante acumula el cuerpo humano a lo largo de la vida?
La radiación ionizante es un fenómeno natural y, al mismo tiempo, una consecuencia de la actividad humana. Aunque suele asociarse con centrales nucleares, accidentes o tratamientos médicos, la realidad es que todos estamos expuestos a ella desde el nacimiento. Pero,¿cuánta radiación absorben nuestros tejidos a lo largo de una vida promedio?
Radiación ionizante: una presencia cotidiana
La radiación ionizante se refiere a partículas o fotones con energía suficiente para alterar átomos y moléculas. Puede provenir de fuentes naturales, como el radón en el suelo, los rayos cósmicos que atraviesan la atmósfera o incluso ciertos alimentos ricos en potasio-40. También existen fuentes artificiales, principalmente médicas, como las radiografías, tomografías computarizadas (TAC) o radioterapias.
Dosis acumulada: la medida clave
La exposición se mide en milisieverts (mSv), una unidad que refleja el efecto biológico de la radiación sobre los tejidos. Según la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP), la dosis media anual de radiación natural es de unos 2,4 mSv a nivel global, aunque varía según el lugar de residencia.
-En zonas de alta altitud, como los Andes o el Himalaya, la dosis puede duplicarse por la mayor incidencia de rayos cósmicos.
-En áreas con suelos ricos en uranio o torio, la inhalación de radón puede elevar la dosis varios mSv adicionales por año.
Si multiplicamos esa exposición promedio por la esperanza de vida mundial (unos 73 años), hablamos de aproximadamente 175 mSv acumulados de fuentes naturales.
Radiación médica: el gran factor variable
La medicina moderna es el principal motivo por el que algunos individuos reciben dosis muy por encima de la media. Por ejemplo:
-Una radiografía de tórax aporta solo 0,1 mSv.
-Una mamografía equivale a 0,4 mSv.
-Un TAC abdominal puede superar los 10 mSv en una sola prueba.
Estudios poblacionales muestran que, en países desarrollados, la radiación médica añade entre 1 y 3 mSv por año a la dosis natural. En un paciente con enfermedades crónicas que requiera múltiples TAC, la cifra puede elevarse fácilmente en decenas o incluso cientos de mSv adicionales a lo largo de su vida.
Riesgos y umbrales
La relación entre dosis acumulada y riesgo para la salud es compleja. La ICRP considera que los efectos deterministas (como quemaduras por radiación) aparecen a partir de exposiciones agudas superiores a 1000 mSv. Sin embargo, incluso dosis bajas acumuladas pueden aumentar de manera ligera la probabilidad de cáncer a lo largo de décadas.
Para ponerlo en contexto:
-La dosis acumulada de una persona promedio (175–250 mSv) es muy inferior a los niveles que causan efectos inmediatos.
-Astronautas en misiones de larga duración, como en la Estación Espacial Internacional, pueden recibir entre 50 y 100 mSv por año, alcanzando en pocos años la exposición de toda una vida en la Tierra.
La importancia de la protección radiológica
La acumulación de radiación ionizante en los tejidos humanos es inevitable, pero puede minimizarse. En medicina, los protocolos actuales siguen la regla ALARA (As Low As Reasonably Achievable), es decir, usar la menor dosis posible compatible con un diagnóstico eficaz. A nivel individual, ventilar viviendas para reducir el radón o moderar el número de pruebas radiológicas innecesarias son medidas prácticas de reducción.
A lo largo de nuestra vida, cada ser humano acumula pues en promedio entre 200 y 400 mSv de radiación ionizante, sumando fuentes naturales y médicas. Aunque esta cifra puede sonar elevada, la biología humana ha evolucionado bajo la exposición constante a radiación, y el riesgo asociado a niveles habituales es bajo. El verdadero desafío está en controlar las dosis adicionales derivadas de la medicina, la industria y, en un futuro cercano, la exploración espacial.