Historia de la Ciencia
Epicuro: el pensador que buscó la felicidad a través del conocimiento
La historia de la filosofía antigua está poblada de nombres ilustres: Sócrates, Platón, Aristóteles… Sin embargo, entre ellos destaca Epicuro (341 a. C. – 270 a. C.), un pensador griego cuya doctrina no solo desafió las convenciones de su tiempo, sino que también marcó profundamente la forma en que entendemos la búsqueda de la felicidad.
Los orígenes de Epicuro
Epicuro nació en Samos, una isla del mar Egeo, en el año 341 a. C. Hijo de padres atenienses, pasó parte de su juventud en Teos y más tarde en Atenas, donde recibió formación filosófica en la tradición platónica y aristotélica. Sin embargo, pronto desarrolló un pensamiento propio que lo alejó de las corrientes dominantes.
La fundación del Jardín
En el año 306 a. C., Epicuro fundó en Atenas una comunidad filosófica conocida como El Jardín. Allí reunió a discípulos y amigos en un entorno que rompía con la tradición académica elitista: en su escuela eran bienvenidas mujeres y esclavos, algo inusual en la sociedad griega. El Jardín no era solo un espacio de enseñanza, sino también de convivencia, donde se practicaban los principios de la amistad, la autarquía (autosuficiencia) y la reflexión constante.
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La filosofía epicúrea
El pensamiento de Epicuro se centró en una pregunta clave: ¿cómo alcanzar una vida feliz? Su respuesta giraba en torno a tres ejes fundamentales:
-La ausencia de dolor (aponía) y de perturbación mental (ataraxia): la verdadera felicidad no está en los placeres excesivos, sino en la tranquilidad interior.
-El papel de la ciencia: Epicuro defendía el estudio de la naturaleza, influido por el atomismo de Demócrito. Según él, comprender el mundo liberaba al ser humano de miedos irracionales, como el temor a los dioses o a la muerte.
-La ética del placer moderado: contrariamente a la imagen que se ha tenido del epicureísmo como hedonismo desenfrenado, Epicuro recomendaba una vida sencilla, con placeres naturales y necesarios, como la amistad, el alimento sobrio y la reflexión.
Epicuro murió en el 270 a. C., probablemente en Atenas, tras sufrir una dolorosa enfermedad. Sin embargo, su herencia filosófica sobrevivió gracias a sus discípulos y a obras como las cartas y máximas conservadas por autores posteriores. En la Edad Moderna, pensadores como Pierre Gassendi recuperaron sus ideas, influyendo en el desarrollo de la ciencia y del pensamiento ilustrado. Hoy, el epicureísmo es considerado una de las primeras filosofías prácticas que puso en el centro la búsqueda de bienestar psicológico y la libertad frente al miedo.
En pleno siglo XXI, las enseñanzas de Epicuro siguen siendo sorprendentemente actuales. La idea de que la felicidad no depende del consumo ni de la acumulación de bienes, sino de la serenidad interior y de los vínculos humanos, resuena con fuerza en un mundo marcado por el estrés y la incertidumbre.