Medicina
El síndrome de fatiga crónica. ¿tiene un origen psicológico o biológico?
El síndrome de fatiga crónica (SFC), también conocido como encefalomielitis miálgica (EM/SFC), es una enfermedad compleja, debilitante y aún mal comprendida. Afecta a millones de personas en todo el mundo, caracterizándose por un cansancio extremo que no mejora con el descanso, acompañado de problemas cognitivos, dolor muscular y alteraciones del sueño. Desde hace décadas, la gran pregunta es: ¿tiene el síndrome de fatiga crónica un origen psicológico o biológico?
Una enfermedad invisibilizada durante años
Durante mucho tiempo, el SFC fue minimizado o atribuido a factores emocionales. Muchos pacientes escuchaban frases como “todo está en tu cabeza”. Esto se debía en parte a que no existían pruebas médicas claras que confirmaran el diagnóstico y a la variabilidad de los síntomas entre personas.
Sin embargo, en los últimos años la ciencia ha avanzado y los estudios comienzan a arrojar luz sobre un origen biológico real, aunque los factores psicológicos también juegan un papel en la evolución de la enfermedad.
Evidencia biológica del síndrome de fatiga crónica
Las investigaciones más recientes muestran alteraciones medibles en distintos sistemas del cuerpo:
-Sistema inmunológico: algunos estudios han detectado una activación anómala de las células inmunes y niveles alterados de citoquinas, lo que sugiere un estado de inflamación crónica.
-Sistema nervioso: mediante técnicas de neuroimagen se han observado cambios en la actividad cerebral y en las conexiones neuronales, especialmente en regiones relacionadas con la atención y el procesamiento del dolor.
-Metabolismo energético: investigaciones en bioquímica celular señalan que las mitocondrias —las “centrales energéticas” de las células— funcionan de manera ineficiente, lo que podría explicar la fatiga persistente.
-Microbiota intestinal: estudios preliminares apuntan a que la composición bacteriana intestinal en pacientes con SFC difiere de la de personas sanas, lo que podría estar relacionado con la inflamación y el sistema inmune.
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El componente psicológico: más consecuencia que causa
Aunque los síntomas del SFC pueden llevar a ansiedad, depresión o aislamiento social, la mayoría de expertos coincide en que estas condiciones no son la causa del síndrome, sino una consecuencia de vivir con una enfermedad incapacitante y poco comprendida.
Los enfoques psicológicos, como la terapia cognitivo-conductual, pueden ayudar a los pacientes a manejar el impacto emocional, pero no tratan la raíz del problema biológico.
El consenso científico actual se inclina pues hacia un origen biológico multifactorial del síndrome de fatiga crónica, aunque no se descarta que los factores psicológicos influyan en la calidad de vida y en la evolución de los síntomas.
Reconocer el SFC como una enfermedad real y no como un problema “puramente mental” es fundamental para avanzar en tratamientos efectivos y en la empatía social hacia quienes lo padecen.



