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Redacción
Viernes, 10 de Octubre de 2025
Astronomía

La exosfera de Mercurio: la atmósfera más delgada del Sistema Solar

Mercurio, el planeta más cercano al Sol, es un mundo extremo y enigmático. Aunque a simple vista parece un astro árido y sin vida, su entorno revela fenómenos fascinantes que continúan sorprendiendo a los científicos. Uno de los más intrigantes es su exosfera, una capa tan tenue que apenas puede considerarse una atmósfera, pero que desempeña un papel crucial en la comprensión de los procesos que moldean los planetas rocosos del Sistema Solar.

 

¿Cómo es la exosfera de Mercurio?

 

A diferencia de la Tierra o de Venus, Mercurio no posee una atmósfera densa. En su lugar, tiene una exosfera extremadamente delgada, compuesta por átomos y moléculas que apenas colisionan entre sí. De hecho, si se comprimiera toda la exosfera mercuriana al nivel del mar terrestre, ocuparía un espacio de vacío casi perfecto.

 

Esta capa está formada principalmente por oxígeno (O₂), sodio (Na), hidrógeno (H₂), helio (He) y potasio (K). Estos elementos no son permanentes: se liberan constantemente desde la superficie del planeta por la acción del viento solar, los impactos de micrometeoritos y un proceso llamado desgasificación térmica, que libera partículas atrapadas en las rocas debido a las enormes variaciones de temperatura diurna (que superan los 400 °C).

 

Un equilibrio delicado entre el Sol y el planeta

 

El viento solar, un flujo constante de partículas cargadas procedentes del Sol, bombardea la superficie de Mercurio sin cesar. Este proceso arranca átomos del suelo y los impulsa al espacio, formando parte de la exosfera. Sin embargo, como la gravedad de Mercurio es débil —apenas el 38 % de la terrestre—, muchos de esos átomos se pierden en el vacío interplanetario.

 

A pesar de esa pérdida continua, la exosfera se mantiene gracias a un ciclo dinámico de renovación: nuevos átomos son liberados al mismo tiempo que otros se escapan. Es un equilibrio frágil pero estable, que convierte a Mercurio en un laboratorio natural para estudiar las interacciones entre el viento solar y las superficies planetarias sin atmósfera significativa.

 

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(Foto: NASA/Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory/Carnegie Institution of Washington)

 

Lo que revelaron las misiones MESSENGER y BepiColombo

 

La misión MESSENGER de la NASA (2004–2015) revolucionó el conocimiento sobre Mercurio. Entre sus muchos hallazgos, detectó variaciones diarias y estacionales en la exosfera, especialmente en los niveles de sodio. Estas fluctuaciones sugieren que la composición de la exosfera cambia en función de la radiación solar y la posición del planeta en su órbita elíptica.

 

Actualmente, la misión BepiColombo, una colaboración entre la ESA y JAXA, continúa estudiando estos fenómenos. Sus instrumentos de alta precisión analizan la interacción entre el campo magnético de Mercurio y su exosfera, lo que podría ofrecer claves sobre la evolución de las atmósferas en los planetas interiores, incluido el nuestro.

 

Por qué estudiar la exosfera de Mercurio importa

 

La exosfera de Mercurio no es solo una curiosidad científica: es un modelo natural que ayuda a entender cómo los cuerpos rocosos —desde la Luna hasta los exoplanetas cercanos a sus estrellas— pierden o mantienen sus atmósferas. Comprender estos procesos es esencial para responder preguntas fundamentales:

 

-¿Por qué la Tierra conserva una atmósfera estable mientras Mercurio no?

-¿Qué papel desempeña el viento solar en la erosión atmosférica?

-¿Podría haber tenido Mercurio una atmósfera más densa en el pasado?

 

Responder a estas cuestiones no solo amplía nuestro conocimiento del planeta más pequeño del Sistema Solar, sino que también arroja luz sobre el futuro de la Tierra y sobre la habitabilidad de otros mundos.

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