El verano que no se va: cómo el alargamiento estival está remodelando Europa

En los últimos años, Europa ha experimentado una transformación silenciosa pero profunda en su clima estival: lo que antes eran tres meses de verano se está convirtiendo en un periodo más extenso de altas temperaturas, bajo cielos persistentes y noches cada vez más cálidas. Este fenómeno de “alargamiento del verano” no solo afecta al turismo y al ocio, sino que también lleva consigo implicaciones profundas para la salud pública, la agricultura, los ecosistemas y la resiliencia urbana.

Evidencias del alargamiento del verano en Europa

Las investigaciones más recientes apuntan a varios indicadores que demuestran que el verano —o al menos las condiciones típicas de verano— está extendiéndose en Europa:

-Según un estudio reciente de Climate Resilience for All, algunas ciudades europeas sufren ahora temporadas de calor de hasta cinco meses al año, cuando antes el periodo de altas temperaturas se limitaba al verano clásico.

-El Copernicus Climate Change Service (C3S) informa que el verano de 2024 en Europa fue el más cálido jamás registrado, con una temperatura media 1,54 °C por encima del promedio de 1991-2020.

-En su indicador sobre temperaturas globales y europeas, la European Environment Agency (EEA) señala que la tierra europea se ha calentado entre 2,19 y 2,26 °C respecto al periodo preindustrial en la última década.

-Otro estudio señala que está presente un adelanto del “verano térmico”: las olas de calor empiezan antes en la temporada y se extienden más allá de lo que antes se consideraba el fin del verano propiamente dicho.

Estas evidencias conforman un patrón claro: no sólo el “verano” es más cálido, sino que la fase en la que predominan temperaturas elevadas, estrés térmico y noches suaves se prolonga.

¿Por qué se alarga el verano? Mecanismos detrás del fenómeno

El alargamiento del verano europeo responde a una combinación de factores climáticos globales, regionales y locales. Veamos los más relevantes:

Cambio climático antropogénico

La causa principal es el calentamiento global impulsado por las emisiones de gases de efecto invernadero. Europa está calentándose más rápido que la media global —un hecho que agrava tanto la intensidad como la duración de los periodos cálidos.

Inercia térmica y menor enfriamiento otoñal

El retraso del enfriamiento tras el verano (menos noches frías, temperaturas elevadas incluso al final del día) hace que la transición hacia el otoño se alargue. Además, la acumulación de calor en el suelo, la vegetación y las superficies urbanas contribuye a una “persistencia térmica”.

Factores de circulación atmosférica

La variabilidad del patrón de circulación atmosférica, como la Oscilación del Atlántico Norte (NAO, por sus siglas en inglés) durante el verano, se está volviendo más extrema, lo que favorece que ciertos episodios cálidos se prolonguen.

Retroalimentaciones locales

Menor humedad del suelo tras meses cálidos y secos, menor capacidad de enfriamiento nocturno en entornos urbanos, y menos nubosidad contribuyen a que el calor se prolongue. Los estudios muestran que tanto la humedad del suelo como las condiciones del Atlántico influyen en la duración de las olas de calor.

En suma: un sistema climático calentado, sometido a inercia térmica y condicionado por patrones de circulación cada vez más favorables al calor, se traduce en un “verano extendido”.

¿Dónde se nota más este fenómeno? Regiones europeas con mayor alargamiento

Aunque el fenómeno es continental, algunas zonas muestran una progresión particularmente marcada:

-En ciudades mediterráneas como Atenas (Grecia), se registran temporadas de calor —entendidas como días con temperaturas por encima de los 32 °C— que llegan a los 145 días, desde mediados de mayo hasta principios de octubre.

-En el sur y sureste de Europa (Grecia, Albania, zonas balcánicas) la frecuencia y duración de noches “tropicales” (temperaturas nocturnas elevadas) y días de estrés térmico fuerte han alcanzado máximos documentados.

-En Europa central y occidental también se observa un alargamiento, aunque la progresión varía por latitud y características locales. La EEA señala incrementos de temperatura más generalizados, lo que implica que regiones tradicionalmente templadas están experimentando veranos más largos.

Por tanto, el fenómeno no es exclusivo del sur: aunque allí se siente con mayor intensidad, la “ventana estival” se está extendiendo gradualmente hacia latitudes más altas.

Implicaciones del alargamiento del verano

El hecho de que el verano se alargue tiene consecuencias muy diversas. Entre las más importantes figuran:

Salud pública

Una exposición prolongada al calor significa mayor riesgo de golpes de calor, estrés térmico, noches sin descanso (lo que afecta al sistema inmunitario) y mortalidad en poblaciones vulnerables. Los estudios advierten que con un verano más largo la “ventana de riesgo” se amplía.

Agricultura y producción alimentaria

Las cosechas, especialmente en el sur de Europa, dependen de un calendario térmico determinado. Un verano alargado con calor intenso y posible sequía prolonga los periodos de estrés para cultivos, reduce la calidad, modifica calendarios de siembra/recogida y exige riego adicional.

Turismo y ocio

Para el sector turístico, una temporada más larga puede parecer una ventaja, pero también comporta retos: el calor excesivo puede reducir la habitabilidad de destinos tradicionales, alargar los periodos de alta demanda y presionar infraestructuras. Además, el turismo en meses “extra” del verano puede enfrentar olas de calor o noches cálidas, lo que afecta la experiencia.

Ecosistemas y biodiversidad

Una estación cálida prolongada afecta los ritmos de la naturaleza: migración de especies, floración, polinización, estrés hídrico en bosques, riesgo de incendios. Las noches cálidas también alteran procesos biológicos clave.

Infraestructura y ciudades

Mayor demanda de aire acondicionado, estrés en redes eléctricas, necesidad de adaptación urbana para periodos más largos de calor (más zonas verdes, mejor aislamiento, planificación urbana que mitigue el “efecto isla térmica”).

En resumen, no se trata simplemente de “más días de playa”, sino de una reconfiguración del calendario climático que requiere adaptación multisectorial.

¿Qué viene ahora? Perspectivas y retos de futuro

Las proyecciones climáticas indican que el alargamiento del verano podría continuar y amplificarse:

-Bajo escenarios de altas emisiones (por ejemplo el escenario SSP5-8.5), las temperaturas en superficie sobre Europa podrían incrementarse entre 4,1 y 8,5 °C hacia finales de siglo respecto a 1981-2010. Esto implica estaciones cálidas mucho más extremas.

-Los patrones de circulación atmosférica que favorecen olas de calor más largas y frecuentes —como variaciones más extremas de la NAO en verano— se perfilan como más probables.

-Desde la investigación académica, se están desarrollando métricas que muestran que los “eventos de calor extremo compuestos” (por duración + intensidad + área afectada) han aumentado hasta diez veces en algunas regiones frente a periodos históricos.

En este contexto, los retos principales son:

-Adaptación: Ciudades, agricultura, salud pública y empresas turísticas deben prepararse para temporadas de calor más largas.

-Mitigación: Reducir emisiones sigue siendo la palanca clave para limitar el alargamiento y la intensidad de estos periodos cálidos.

-Resiliencia: Construir infraestructuras que soporten cargas térmicas prolongadas, diseñar políticas de salud pública para noches cálidas y días de calor persistente, y adaptar calendarios agrícolas y turísticos.