Historia de la Ciencia
Protágoras de Abdera: el primer filósofo relativista
Protágoras de Abdera (c. 490 a. C. – c. 420 a. C.) fue uno de los pensadores más influyentes de la Grecia clásica y el principal representante de los sofistas. Su famosa frase —“el hombre es la medida de todas las cosas”— marcó un antes y un después en la historia de la filosofía, la epistemología y, en cierto modo, en la manera moderna de concebir la ciencia y la verdad.
En un mundo dominado por la idea de verdades absolutas, Protágoras defendió que el conocimiento depende del observador. Este enfoque, que hoy podríamos considerar precursor del relativismo y del pensamiento crítico, sigue siendo relevante en la era de la inteligencia artificial, la física cuántica y la comunicación científica.
Orígenes y contexto histórico
Nacido en Abdera, en la región de Tracia (actual Grecia), Protágoras vivió en un tiempo de efervescencia intelectual. Atenas se consolidaba como el centro cultural del mundo antiguo, y el debate sobre la verdad, la justicia y la educación estaba en pleno auge.
Protágoras viajó a Atenas, donde se convirtió en un maestro itinerante. Enseñaba retórica, política y filosofía a jóvenes aristócratas que aspiraban a destacar en la vida pública. A diferencia de otros pensadores, cobraba por sus enseñanzas, lo que generó polémica y lo enfrentó a figuras como Sócrates y Platón.
“El hombre es la medida de todas las cosas”: una revolución intelectual
La frase más célebre de Protágoras, recogida por Platón en el diálogo Teeteto, resume su pensamiento:
“El hombre es la medida de todas las cosas: de las que son, en cuanto que son, y de las que no son, en cuanto que no son.”
Con ello, el filósofo afirmaba que la verdad depende del punto de vista humano. No existe una realidad objetiva e inmutable, sino percepciones diversas condicionadas por la experiencia, la cultura y el lenguaje.
En términos modernos, esta idea se asemeja al principio de relatividad cognitiva, donde el conocimiento depende del sistema de referencia del observador. En la ciencia actual, encontramos ecos de Protágoras en la teoría de la relatividad de Einstein o en la mecánica cuántica, donde la observación modifica el resultado.
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(Foto: Wikimedia Commons)
El maestro de la persuasión
Protágoras también fue pionero en el arte de la retórica. Enseñaba a sus alumnos a argumentar de manera eficaz, incluso en debates donde no existía una verdad absoluta. Para él, la habilidad de razonar y comunicar era tan importante como el contenido mismo.
Esta visión lo convierte en un precursor de la educación cívica y la comunicación científica moderna, donde la claridad y la argumentación son esenciales para que el conocimiento llegue al público.
Controversia y condena
Su pensamiento radical no estuvo exento de conflictos. Según fuentes antiguas, Protágoras fue acusado de impiedad por cuestionar la existencia y la naturaleza de los dioses. En su obra Sobre los dioses, escribió:
“Sobre los dioses, no puedo saber si existen o no existen, ni qué forma tienen, pues hay muchas cosas que impiden saberlo: la oscuridad del asunto y la brevedad de la vida humana.”
Este planteamiento agnóstico lo llevó al exilio, y parte de sus obras fueron quemadas públicamente en Atenas. Sin embargo, sus ideas sobrevivieron a través de los diálogos de Platón y las referencias de otros autores.
De la sofística a la ciencia moderna
Protágoras fue más que un sofista: fue uno de los primeros humanistas de la historia. Al situar al ser humano como centro del conocimiento, abrió el camino para la filosofía moderna, la psicología y la epistemología contemporánea.
Hoy, su pensamiento sigue inspirando a investigadores, comunicadores y filósofos que buscan entender cómo construimos la realidad a través del lenguaje y la percepción.
Más de dos milenios después, seguimos debatiendo las mismas preguntas que planteó aquel sabio de Abdera. Y en ese diálogo continuo entre el conocimiento y la duda, Protágoras sigue siendo la medida de todas las cosas.



