Ecología
Zonas muertas en los océanos: el silencioso colapso de la vida marina que amenaza el equilibrio del planeta
Las zonas muertas en los océanos —regiones donde la concentración de oxígeno disuelto es tan baja que la mayoría de los organismos marinos no pueden sobrevivir— se están expandiendo a un ritmo alarmante. Este fenómeno, resultado directo de la actividad humana y el cambio climático, representa una de las mayores amenazas ocultas para la biodiversidad marina y la salud del planeta.
Las zonas muertas, también conocidas como áreas hipóxicas, se forman cuando los niveles de oxígeno en el agua caen por debajo de los 2 mg/L. En estas condiciones, peces, crustáceos y moluscos no pueden respirar adecuadamente y mueren o se ven obligados a migrar a otras regiones.
El origen de este proceso suele estar relacionado con la eutrofización, un fenómeno provocado por el exceso de nutrientes —principalmente nitrógeno y fósforo— que llegan al mar desde los fertilizantes agrícolas, aguas residuales o la ganadería intensiva. Estos nutrientes alimentan un crecimiento desmedido de algas que, al descomponerse, consumen grandes cantidades de oxígeno.
Un problema global en expansión
Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), existen más de 500 zonas muertas identificadas en mares y océanos de todo el mundo, cubriendo un área superior a 245.000 km², equivalente al tamaño del Reino Unido. Las más conocidas se encuentran en el Golfo de México, el Mar Báltico y la costa este de China.
El calentamiento global agrava el problema: las aguas más cálidas contienen menos oxígeno y alteran las corrientes marinas que normalmente redistribuyen los nutrientes. Además, los episodios de estratificación térmica impiden que las capas superficiales oxigenadas se mezclen con las más profundas, favoreciendo así la expansión de la hipoxia.
![[Img #77303]](https://noticiasdelaciencia.com/upload/images/11_2025/4885_1230px-aquatic_dead_zones.jpg)
(Foto: Robert Simmon & Jesse Allen - NASA Earth Observatory)
Consecuencias para el ecosistema y la humanidad
Las repercusiones de las zonas muertas son profundas y duraderas:
-Colapso de pesquerías: especies comerciales como el bacalao, el camarón o la anchoa huyen o mueren, afectando la economía y la seguridad alimentaria de millones de personas.
-Desequilibrio ecológico: los organismos resistentes a la hipoxia, como ciertas bacterias anaerobias, prosperan y alteran los ciclos biogeoquímicos del nitrógeno y del azufre.
-Liberación de gases de efecto invernadero: la descomposición sin oxígeno genera metano y óxido nitroso, potentes gases que agravan el cambio climático.
¿Podemos revertir las zonas muertas?
La buena noticia es que algunas zonas muertas pueden recuperarse si se reducen las fuentes de contaminación y se restauran los ecosistemas costeros. Ejemplos positivos se han registrado en el Mar del Norte y en la bahía de Chesapeake (EE. UU.), donde políticas de gestión agrícola y control de vertidos han mejorado la calidad del agua.
Entre las soluciones más efectivas destacan:
-La reducción del uso de fertilizantes y la adopción de prácticas agrícolas sostenibles.
-El tratamiento adecuado de aguas residuales urbanas e industriales.
-La protección de humedales y manglares, que actúan como filtros naturales de nutrientes.
-El fomento de una pesca responsable y regulada para evitar el colapso de los ecosistemas.

