Historia de la Ciencia
Georges Atwood, el matemático que revolucionó la física experimental con una sencilla máquina
Georges Atwood (1745–1807) fue un matemático, físico y profesor británico cuya contribución a la enseñanza de la mecánica marcó un antes y un después en la historia de la ciencia. Su ingenio permitió demostrar de manera práctica los principios fundamentales del movimiento, acercando la física a generaciones enteras de estudiantes. Su gran legado: la célebre máquina de Atwood.
Un académico en el corazón de Cambridge
Nacido en Westminster en 1745, Atwood ingresó en el Trinity College de la Universidad de Cambridge, uno de los centros neurálgicos de la ciencia británica. Allí destacó muy pronto por su talento para las matemáticas, lo que le permitió obtener una beca y posteriormente convertirse en fellow de la institución.
Durante estos años, Atwood desarrolló una profunda pasión por la mecánica newtoniana. Cambridge estaba inmersa en la difusión de las ideas de Newton, y Atwood se convirtió en uno de sus divulgadores más rigurosos y metódicos.
En 1776 publicó uno de sus trabajos más influyentes: “A Treatise on the Rectilinear Motion and Rotation of Bodies”, una obra que buscaba explicar de forma clara las leyes del movimiento. Pero había un desafío: ¿cómo demostrar experimentalmente teorías que, por su naturaleza, implicaban aceleraciones difíciles de observar a simple vista?
Atwood decidió crear una solución.
La máquina de Atwood: un laboratorio portátil para entender el movimiento
La máquina de Atwood —a simple vista un aparato modesto basado en poleas, masas y un contrapeso— supuso una revolución didáctica.
Mientras que los experimentos con caída libre eran demasiado rápidos para medir con precisión, Atwood diseñó un sistema que ralentizaba y controlaba la aceleración. Esto permitía:
-Verificar la proporcionalidad entre fuerza y aceleración.
-Analizar los efectos de pequeñas diferencias de masa.
-Medir tiempos de forma extremadamente precisa para su época.
-Enseñar mecánica sin recurrir exclusivamente a la teoría.
En pleno siglo XVIII, la máquina se convirtió en una herramienta imprescindible en los laboratorios de física de toda Europa. Algunos científicos contemporáneos la elogiaron por permitir, por primera vez, una demostración empírica clara de las leyes de Newton.
Más allá de la docencia: matemático, administrador y asesor científico
Aunque su máquina lo hizo famoso, Atwood tuvo una carrera diversa. En 1784 se incorporó a la Oficina del Tesoro británica, donde trabajó como funcionario especializado en cálculos financieros. Su capacidad para aplicar métodos matemáticos a problemas prácticos fue muy apreciada.
Además, se sabe que Atwood asesoró en temas relacionados con el diseño de instrumentos científicos, entre ellos mecanismos de relojería astronómica y dispositivos de precisión.
Su vida transcurrió entre la ciencia y la administración pública hasta su fallecimiento en 1807.
Hoy, más de dos siglos después, la máquina de Atwood continúa presente en aulas y laboratorios de secundaria y universidad. Su simplicidad, precisión y valor pedagógico la han convertido en uno de los experimentos clásicos de la mecánica.

