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Redacción
Jueves, 11 de Diciembre de 2025
Biología

Cómo nuestra nariz filtra el aire que respiramos

Cada día una persona adulta respira entre 10.000 y 20.000 litros de aire. Ese aire no llega directamente a los pulmones sin control: antes pasa por un sistema de filtrado sorprendentemente eficiente que actúa de forma automática, silenciosa y constante. Ese sistema es nuestra nariz. Mucho más que un simple conducto para respirar, la nariz es una auténtica barrera biológica contra virus, bacterias, polvo y contaminación.

 

La nariz: la primera línea de defensa del sistema respiratorio

 

Cuando inhalamos, el aire entra por las fosas nasales y atraviesa una compleja red de estructuras diseñadas con un objetivo claro: proteger nuestros pulmones. A diferencia de la respiración por la boca, la respiración nasal filtra, humidifica y calienta el aire, reduciendo drásticamente el riesgo de infecciones.

 

Este triple sistema de protección es tan eficiente que logra retener hasta el 90 % de las partículas grandes antes de que alcancen las vías respiratorias inferiores.

 

Los pelos nasales: el primer filtro físico

 

En la entrada de la nariz se encuentran los vibrisas, conocidos como pelos nasales. Aunque suelen pasar desapercibidos, cumplen una función clave:

 

-Atrapan partículas grandes como polvo, polen, arena o insectos microscópicos.

 

-Actúan como una barrera mecánica que impide que estos cuerpos extraños sigan avanzando.

 

-Reducen la carga inicial de contaminantes que entra en el organismo.

 

Este primer filtro es sencillo, pero extremadamente eficaz.

 

[Img #77500]

 

La mucosa nasal: el “pegamento” natural contra los patógenos

 

Más allá de los pelos, la nariz está recubierta por una capa húmeda llamada mucosa nasal. Esta mucosa produce moco, una sustancia viscosa que atrapa:

 

-Bacterias

 

-Virus

 

-Esporas de hongos

 

-Partículas finas de contaminación

 

El moco actúa como un sistema de captura química, inmovilizando los agentes dañinos antes de que puedan provocar una infección.

 

Los cilios: los diminutos barrenderos del sistema respiratorio

 

En la superficie de la mucosa viven millones de cilios, unas estructuras microscópicas con forma de pestañas que se mueven de manera coordinada. Su misión es clara:

 

-Empujar el moco cargado de impurezas hacia la garganta.

 

-Desde allí, ese material es tragado y destruido por el ácido del estómago o expulsado al exterior mediante estornudos.

 

Este mecanismo se conoce como transporte mucociliar y es esencial para mantener limpias las vías respiratorias.

 

Cornetes nasales: turbulencias para filtrar mejor

 

Dentro de la nariz existen unas estructuras en forma de pliegues llamadas cornetes nasales. Su función es crear turbulencias en el flujo de aire para que:

 

-El aire permanezca más tiempo en contacto con la mucosa.

 

-Se filtre mejor.

 

-Se caliente hasta alcanzar la temperatura corporal.

 

-Se humidifique para proteger los pulmones del aire seco.

 

Gracias a este sistema, el aire llega a los pulmones en condiciones óptimas.

 

La nariz también detecta peligros

 

Además de filtrar, la nariz actúa como un sensor de alerta. Las terminaciones nerviosas del olfato detectan sustancias potencialmente peligrosas como:

 

-Humo

 

-Gases tóxicos

 

-Productos químicos

 

-Alimentos en mal estado

 

Esta capacidad de detección temprana ha sido clave para la supervivencia humana desde la prehistoria.

 

Respirar por la boca: un riesgo silencioso

 

Cuando respiramos por la boca, todo este sistema de filtrado queda prácticamente anulado. El aire entra:

 

-Más frío

 

-Más seco

 

-Sin filtrar

 

Esto aumenta el riesgo de infecciones respiratorias, irritación de garganta, problemas pulmonares y apnea del sueño. Por eso, los especialistas recomiendan siempre respirar por la nariz siempre que sea posible.

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