Historia de la Ciencia
John Michell: el británico que predijo los agujeros negros dos siglos antes de Einstein
En la historia de la ciencia abundan los nombres que pasaron a la inmortalidad: Newton, Galileo, Einstein… Pero hay otros, igual de brillantes, que permanecen en una relativa sombra. Uno de ellos es John Michell (1724–1793), un clérigo, geólogo y astrónomo británico cuya mente se adelantó más de 200 años a uno de los conceptos más fascinantes del universo moderno: los agujeros negros.
Mucho antes de que la relatividad general existiera, Michell ya había deducido matemáticamente la posibilidad de que una estrella fuese tan densa que ni siquiera la luz pudiera escapar de ella. Hoy, la comunidad científica reconoce que fue el primer ser humano en concebir un objeto similar a un agujero negro.
Orígenes: un clérigo con mente de científico
John Michell nació en 1724 en Nottinghamshire, Inglaterra, dentro de una familia acomodada. Su padre también era clérigo, lo que marcó el camino académico del joven John. Estudió en el Queen’s College de la Universidad de Cambridge, donde destacó rápidamente por su talento excepcional en matemáticas y ciencias naturales.
A los 30 años ya era profesor de Geología y Astronomía, una combinación muy poco común en su época. Aunque ejerció como sacerdote durante gran parte de su vida, su auténtica vocación fue siempre la investigación científica.
El padre de la sismología moderna
Antes de revolucionar la astronomía, Michell dejó una huella profunda en otro campo: los terremotos. En 1760 publicó un estudio pionero sobre el devastador terremoto de Lisboa (1755), en el que:
-Demostró que los terremotos son causados por ondas que se propagan bajo tierra.
-Identificó que las vibraciones se transmiten a grandes distancias.
-Estableció principios que hoy son básicos en la sismología moderna.
Este trabajo convirtió a Michell en uno de los fundadores de la ciencia de los terremotos, mucho antes de que existieran los sismógrafos modernos.
1783: el nacimiento teórico de los agujeros negros
El mayor logro de John Michell llegó en 1783, cuando presentó una revolucionaria comunicación a la Royal Society de Londres. En ella propuso algo absolutamente asombroso para su tiempo:
“Puede existir una estrella tan masiva y densa que la velocidad de escape de su superficie supere la velocidad de la luz”.
En términos simples, Michell razonó que si un objeto tenía suficiente masa concentrada en un volumen pequeño, la gravedad atraparía incluso la luz, volviéndolo completamente invisible. A estos objetos los llamó “estrellas oscuras” (dark stars).
Lo extraordinario es que Michell llegó a esta conclusión usando únicamente:
-La ley de la gravitación universal de Newton
-Matemáticas clásicas
-Razonamiento lógico
Einstein publicaría la relatividad general más de un siglo después, en 1915. Sin embargo, Michell ya había intuido uno de sus efectos más extremos.
Cómo anticipó los agujeros negros sin relatividad
La genialidad de Michell radica en que comprendió un concepto clave: la velocidad de escape gravitatoria. Él sabía que:
-La Tierra tiene una velocidad de escape.
-El Sol tiene una mucho mayor.
-Entonces, una estrella suficientemente masiva podría superar incluso la velocidad de la luz.
Aunque en su época la luz aún se consideraba un flujo de partículas (teoría corpuscular), sus cálculos fueron sorprendentemente correctos. Hoy sabemos que describió con notable precisión el concepto moderno de agujero negro de Schwarzschild.
También fue pionero en estadística estelar
Michell no solo anticipó los agujeros negros. También fue el primero en usar métodos estadísticos en astronomía para demostrar que:
-Las estrellas no están distribuidas al azar.
-Existen sistemas binarios reales, unidos por gravedad.
Hasta ese momento muchos pensaban que las estrellas dobles eran simples alineaciones casuales. Michell demostró matemáticamente que no lo eran, anticipando el estudio moderno de sistemas estelares múltiples.
Amigo de Henry Cavendish y genio incomprendido
John Michell fue también mentor y amigo del famoso científico Henry Cavendish, quien más tarde mediría por primera vez la constante de gravitación universal. De hecho, fue Michell quien diseñó el experimento original que Cavendish perfeccionó.
Sin embargo, Michell tenía un carácter reservado, poco interesado en la fama. Publicó menos de lo que descubrió y muchas de sus ideas quedaron dispersas en cartas privadas y comunicaciones breves, lo que contribuyó a que su nombre fuera injustamente olvidado durante generaciones.
Muerte y redescubrimiento de su trabajo
John Michell murió en 1793, sin saber que casi dos siglos después la astronomía confirmaría experimentalmente la existencia de los objetos que él había imaginado.
No fue hasta el siglo XX, con el desarrollo de la relatividad, la radioastronomía y finalmente la observación directa de agujeros negros, cuando la comunidad científica rescató su figura como:
-El primer teórico de los agujeros negros
-Fundador de la sismología científica
-Pionero de la estadística astronómica
Hoy su nombre aparece cada vez con más frecuencia en libros de historia de la ciencia como uno de los grandes visionarios olvidados.

