Astronomía
Avances en técnicas para evitar la colisión de asteroides contra la Tierra
Rocas gigantes, de naturaleza asteroidal o cometaria, moviéndose mucho más rápido que balas, pasan a veces cerca de la Tierra. Las perturbaciones gravitacionales a las que son sometidas por la Tierra y otros planetas hacen muy difícil predecir qué trayectoria acabarán tomando cuando se dirijan hacia las inmediaciones de nuestro mundo. Existe el riesgo de que alguno de estos objetos acabe tomando un rumbo de colisión contra la Tierra.
Para evitar la terrible catástrofe que un impacto de estas características podría tener en nuestro mundo, se baraja la posibilidad de desviar fuera de su rumbo al eventual objeto amenazante, o bien hacerlo estallar. Un sector de la comunidad científica, en el que se encuentra el físico Gregory L. Matloff, es partidario de alterar la trayectoria de los objetos amenazantes en vez de hacerlos explotar, porque esto último podría crear otro problema: los trozos del cuerpo podrían bañar a la Tierra en una lluvia radiactiva.
Matloff, profesor en la Universidad Tecnológica de la Ciudad de Nueva York (City Tech), cree que desviar tales objetos es la estrategia más sabia.
En 2029 y en 2036 el asteroide Apofis (Apophis), de al menos 335 metros de diámetro, lo que equivale a la altura de un edificio de 90 pisos, y que tiene un peso estimado en 25 millones de toneladas, pasará muy cerca de la Tierra, aproximándose hasta unos 36.400 kilómetros de nosotros.
Un impacto de Apofis es muy poco probable. Sin embargo, si el asteroide chocase contra la Tierra, la NASA estima que ejercería una fuerza 68.000 veces mayor que la de la bomba atómica que destruyó Hiroshima. Una posibilidad que también existe, cuando Apofis pase cerca de la Tierra en 2029, es que, al calentarse en su aproximación al Sol, se fragmente o genere una cola, que actuaría como un cohete, cambiando de manera impredecible su trayectoria. Si Apofis o sus pedazos adquiriesen la trayectoria correcta, el impacto podría acaecer durante su regreso en 2036.
La investigación de Matloff indica que un asteroide podría ser desviado mediante la estrategia de calentar su superficie para crear una estela, que, a modo de chorro de propulsión, podría alterar su trayectoria, haciéndole pasar de largo por las inmediaciones de la Tierra. En un estudio previo junto con expertos de la NASA, Matloff y sus colegas desarrollaron la teoría de que una vela solar especial configurada para funcionar como un concentrador de luz solar, podría servir para provocar ese calentamiento. La vela estaría construida de láminas de metal reflectante muy delgadas (con menos de una décima parte del grosor de un cabello humano). Una vela solar de esa clase que viajase durante un año junto a un asteroide en rumbo de colisión con la Tierra podría concentrar los rayos del Sol sobre el astro amenazante, quemar parte de la superficie y generar la estela con efectos propulsivos.
Sin embargo, para que un plan así pueda llevarse a cabo con las debidas garantías de éxito, es necesario saber hasta qué profundidad la luz tendría que caldear la superficie del NEO (siglas del término genérico con el que se menciona a los cuerpos celestes que más se acercan a la Tierra).
En los últimos meses, Matloff y un equipo de colaboradores de su misma universidad han estado experimentando con láseres rojos y verdes para ver a cuánta profundidad logran penetrar en material rocoso asteroidal. Para ello han empleado muestras sólidas y en polvo del Meteorito de Allende, que cayó en Chihuahua, México, en 1969.
En un estudio relacionado con éste, la física Lufeng Leng de la misma Universidad, y su colaborador Thinh Le, estrecharon el rayo láser rojo y escanearon la superficie de una muestra de una delgada sección del meteorito, descubriendo que hay diferencias en la profundidad alcanzada por el láser, y que éstas dependen de la composición del material a través del cual pasa el haz láser.
A raíz de estos resultados, los autores del estudio han llegado a la conclusión de que los láseres emitidos desde una sonda espacial posicionada cerca de un NEO podrían ayudar a determinar la composición de la superficie de éste. Usando esta información, se podría ajustar la vela solar para que enfocase los rayos del Sol de modo más adecuado para calentar la superficie del asteroide hasta la profundidad deseada, calentándola hasta el grado correcto para que generara una estela a modo de chorro capaz de desviar al asteroide de su trayectoria amenazante.