Medicina
Un compuesto típico en la dieta mediterránea vuelve más vulnerables a las células cancerosas
Una de las estrategias de supervivencia de las células cancerosas es inhibir un proceso que las haría morir en un ciclo regular que está sujeto a una programación estricta.
Una nueva investigación sugiere que un compuesto abundante en la dieta mediterránea actúa contra esa capacidad de las células cancerosas de escapar a la muerte natural que sufrirían si fuesen normales. Mediante la alteración de un paso muy específico en la regulación genética, este compuesto esencialmente devuelve esa normalidad a las células cancerosas, que entonces mueren.
Este nuevo estudio en células, dirigido por especialistas de la Universidad Estatal de Ohio en la ciudad de Columbus, Estados Unidos, desvela que un compuesto presente en ciertos alimentos vegetales, llamado apigenina, podría hacer que las células de cáncer de mama dejen de reprimir su propia muerte. El perejil, el apio y la manzanilla son las fuentes más comunes de apigenina, pero está presente, en proporciones variables, en muchas frutas y verduras.
Bastante de lo que se sabe sobre los beneficios que aportan los nutrientes a la salud se basa en estudios epidemiológicos que muestran una fuerte relación positiva entre el consumo de determinados alimentos y estados de salud mejores, especialmente una menor incidencia de enfermedades cardiacas. Pero el modo específico en que actúan en el cuerpo las moléculas de estos alimentos beneficiosos sigue siendo un misterio en muchos casos, y en particular en el de los alimentos asociados a un menor riesgo de cáncer.
El equipo de Andrea Doseff, profesora de medicina interna y genética molecular en la Universidad Estatal de Ohio, y Erich Grotewold, profesor de genética molecular y director del Centro de Ciencias Vegetales Aplicadas (CAPS), dependiente de esa universidad, también ha comprobado en este nuevo trabajo que la apigenina se enlaza a una cantidad de proteínas del cuerpo humano estimada en unas 160, lo cual sugiere que otros nutrientes asociados a beneficios para la salud, los llamados "nutricéuticos", podrían tener efectos de amplio alcance similares. En cambio, la mayoría de los fármacos actúan sobre una sola molécula.
Mediante experimentación adicional, el equipo de investigación estableció que la apigenina tenía relaciones con proteínas que ejercen tres funciones específicas. Entre las más importantes estaba una proteína llamada hnRNPA2.
Esta proteína influye en la actividad del ARN mensajero, el cual contiene las instrucciones necesarias para producir una proteína específica. La producción de ARN mensajero es resultado de la modificación de ARN que se produce como parte de la activación de genes. La naturaleza de la modificación influye en qué instrucciones para proteínas contiene el ARN mensajero.
Tal como señala Doseff, un proceso anómalo de modificación es el culpable de un porcentaje de cánceres estimado en un 80 por ciento. En las células cancerosas se producen dos tipos de procesos de modificación, cuando en una célula normal sólo se produciría uno; esto permite que las células cancerosas sobrevivan y se reproduzcan.
En este estudio, los investigadores observaron que la conexión de la apigenina con la proteína hnRNPA2 restauraba la disponibilidad de un único proceso de modificación en células de cáncer de mama, lo cual sugiere que cuando se restaura ese estado, las células mueren de forma programada, o se vuelven más sensibles a los fármacos quimioterapéuticos.
En la investigación también han trabajado Daniel Arango, Kengo Morohashi, Alper Yilmaz, Arti Parihar y Bledi Brahimaj, todos de la Universidad Estatal de Ohio, así como Kouji Kuramochi de la Universidad de la Prefectura de Kioto en Japón.
Información adicional