Artículo, del blog Psy’n'thesis, que recomendamos por su interés.
Un problema habitual a la hora de establecer la eficacia de una intervención es determinar si los resultados se deben realmente al tratamiento empleado o a un posible efecto placebo. Para ello, como es sabido, se suele emplear un grupo de control, equiparable al grupo experimental en todas las variables que podrían afectar al estudio y crear confusión. ¿En todas? Bueno, un reciente estudio de Boot et al. (2013) nos advierte de que con frecuencia los investigadores olvidan un elemento clave en psicología: las expectativas de los participantes, tanto las de aquellos que van a recibir el tratamiento como las de quienes servirán de controles. Y es que, cuando alguien participa en un experimento, irremediablemente empieza a generar hipótesis sobre el propósito de la investigación, los resultados esperados por el equipo, los posibles efectos del tratamiento y un largo etcétera.
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