Meteorología
Rayos cósmicos y formación de nubes en la atmósfera terrestre
Es cierto que la atmósfera, como el medio que separa la superficie terrestre del espacio cósmico, está sujeta a influencias provenientes tanto de una como del otro, pero ha habido mucha división en la comunidad científica al respecto de si los rayos cósmicos realmente pueden ejercer una influencia significativa sobre la formación de las nubes terrestres.
En 1996, unos físicos daneses sugirieron que los rayos cósmicos son importantes en la formación de las nubes. Según esta hipótesis, los electrones liberados en el aire por el paso de los rayos cósmicos ayudan a ensamblar los bloques de construcción de los núcleos de condensación en los que el vapor de agua se condensa y que conducen a la formación de nubes.
Desde entonces, diversos experimentos en Copenhague y en otros sitios han demostrado que los rayos cósmicos son capaces de ayudar a formar pequeñas acumulaciones de moléculas. Pero la hipótesis de la influencia de los rayos cósmicos en la formación de las nubes ha venido arrastrando un cabo suelto, derivado de los resultados de muchas simulaciones numéricas de la teoría química predominante, que han apuntado siempre a limitaciones en el crecimiento de tales racimos de moléculas. Así, los detractores de la hipótesis han defendido que los conglomerados de gotas no pueden crecer lo suficiente para afectar de modo significativo a la formación de las nubes.
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Por fin, la teoría química ha podido ser probada apropiadamente mediante experimentos, llevados a cabo por el equipo de Henrik Svensmark, de la Universidad Técnica de Dinamarca. Estos experimentos se han realizado en una gran cámara de reacción equipada con el instrumental de medición necesario, en la ciudad danesa de Lyngby. La cámara, llamada SKY2, contiene 8 metros cúbicos de aire y trazas de otros gases.
Los resultados de algunos de estos experimentos parecen contradecir esa idea de que los racimos de moléculas no pueden crecer lo suficiente con la ayuda de los rayos cósmicos como para poder decir que son capaces de afectar de manera significativa a la formación de nubes en la atmósfera. Los nuevos resultados, aparentemente, respaldan la teoría defendida por Svensmark y sus colaboradores, según la cual los rayos cósmicos provenientes de nuestra galaxia están implicados directamente en el clima y la meteorología terrestres.
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