Astronáutica
Gran Enciclopedia de la Astronáutica (212): Alimentación
Biología
Las primeras misiones tripuladas al espacio debían durar unas pocas horas, pero muy pronto los astronautas pasarían uno o más días girando alrededor de la Tierra, e incluso viajando hacia otros lugares, como la Luna. Ante esa evidencia, los científicos tendrían que trabajar duro para garantizar la supervivencia de los viajeros, satisfaciendo sus necesidades de soporte vital (aire respirable, temperatura, etc.). Uno de los elementos esenciales en los que hubo que investigar rápidamente sería la alimentación.
Como cualquier otra persona, y a despecho de la cantidad de energía que sus cuerpos puedan gastar, los astronautas deben alimentarse en el espacio, como también deben poder beber agua para mantenerse hidratados y sanos.
Estudios anteriores sugerían que un astronauta no debería tener ninguna dificultad en alimentarse en ingravidez, mientras que algunos científicos habían temido que esa condición podría provocar asfixia o problemas a la hora de tragar, ya fuera en forma sólida o líquida. Pero muy pronto se demostró que no había nada que temer al respecto, más allá de mantener una cierta vigilancia para evitar que pequeños fragmentos de comida pudiesen penetrar en las vías aéreas. En efecto, los sistemas fisiológicos que nos permiten alimentarnos, como los movimientos peristálticos (aquellos que nos ayudan a deglutir o a hacer la digestión), siguen funcionando en ingravidez.
En un principio, un cierto exceso de precaución dio lugar a una forma de presentar los alimentos muy poco atractiva. Se prepararían en forma de pasta y se servirían desde tubos similares a los dentífricos, que el astronauta debería apretar para consumirlos. Por otra parte, los líquidos no pueden ser vertidos ni derramarse en ingravidez (forman una esfera), de modo que debían ser tomados a través de botellas y suministrados a presión directamente en la boca.
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Durante la historia de los vuelos espaciales tripulados, los alimentos suministrados a los astronautas han sufrido una larga evolución. Las misiones pioneras, como las Mercury o las Vostok, utilizaron el sistema ya mencionado: tubos cargados con comida en forma de pasta o puré. Dichas pastas estaban formadas por todo tipo de ingredientes, incluyendo verdura, carnes, etc., en busca de proporcionar los aportes mínimos necesarios. Los estadounidenses también utilizaron pequeños dados deshidratados, para facilitar la masticación. Todo ello, además, estaba pensado para proporcionar una cantidad reducida de residuos, para evitar la incomodidad de tener que utilizar el baño. De hecho, esta dieta la usaban los astronautas incluso los días previos al lanzamiento.
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Con la llegada de las estaciones espaciales, la disponibilidad de un mayor espacio abrió grandes posibilidades en este terreno. Los cosmonautas de las Salyut y la Mir, por ejemplo, podían recibir periódicamente naves de suministros, en las cuales se incluía fruta fresca, latas de conservas y otras presentaciones, incluido helado. Las naves espaciales, en efecto, disponían de neveras que conservarían algunos alimentos que, si no se comían enseguida, de otro modo se hubieran estropeado.
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La comida, en la actualidad, es variada y sabrosa. Por ejemplo, en la estación espacial internacional. Los astronautas disponen de largas listas de alimentos disponibles a bordo (se han calculado varios cientos de platos diferentes), que pueden tomar siguiendo un programa, o elegir y combinar según sus gustos, manteniendo siempre el adecuado equilibrio nutricional. Hay que tener en cuenta que los astronautas son frecuentemente sujetos voluntarios en experimentos fisiológicos y médicos, por lo que su alimentación debe ser correcta para evitar resultados poco relevantes durante ciertas pruebas.
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Los astronautas disfrutan actualmente de una enorme variedad de alimentos entre los que elegir, como se ha mencionado ya. Sólo se prescinde de aquellos que se ha demostrado que pueden ocasionar disfunciones o molestias en el proceso de la digestión. Pero es posible que, en el futuro, gracias a nuevas técnicas de preparación, algunos de los más extraños platos encuentren finalmente el camino para ser consumidos en el espacio.
Ya no es extraño que una comida colectiva a bordo de la estación espacial internacional sea todo un acontecimiento social entre los habitantes del complejo. La alimentación, como en la Tierra, ha dejado de ser una simple necesidad fisiológica para convertirse en un nuevo ingrediente de estabilidad emocional y psicológica.
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