Astronomía
Variedad y abundancia en el universo de planetas sin casi ningún parecido con los de nuestro sistema solar
En nuestro sistema solar nos resultan familiares los planetas rocosos de tamaño similar o inferior al de la Tierra, y también los planetas gigantes gaseosos como por ejemplo Júpiter o Neptuno. Los mundos con un tamaño entre el de la Tierra y el de Neptuno no existen en nuestro sistema solar, pero sí en otros. Más de las tres cuartas partes de los candidatos a planetas descubiertos por el telescopio espacial Kepler de la NASA tienen tamaños que van desde el de la Tierra hasta el de Neptuno, cuyo diámetro es cerca de 4 veces mayor que el de nuestro mundo. Tales planetas son muy abundantes en el censo galáctico de planetas confeccionado hasta la fecha, pero no hay ninguno de ese tipo en nuestro sistema solar. Los astrónomos no saben cómo se han formado muchos de esos planetas con tamaños mayores que el de la Tierra pero inferiores al de Neptuno, y ni siquiera están seguros de si están hechos en buena parte de roca, agua o gas.
En general, a los planetas mayores que la Tierra pero menores que Neptuno se les tiende a catalogar en dos categorías: la de las SuperTierras, que consiste esencialmente en versiones más grandes de planetas rocosos como por ejemplo lo son la Tierra o Venus, y la de los MiniNeptunos, que se podrían definir como los más pequeños de entre los planetas gigantes gaseosos. Sin embargo, la frontera entre SuperTierra y MiniNeptuno es ambigua, y todo apunta a que en ella hay mundos exóticos, que poseen características de ambas categorías de planetas. A algunos de estos mundos, los podríamos ver como SuperTierras con una atmósfera densísima, o como planetas gigantes gaseosos con un núcleo rocoso geológicamente no muy distinto de por ejemplo Venus.
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Más de las tres cuartas partes de los candidatos a planetas descubiertos por el telescopio espacial Kepler de la NASA tienen tamaños que van desde el de la Tierra hasta el de Neptuno, cuyo diámetro es cerca de 4 veces mayor que el de la Tierra. Tales planetas son muy abundantes en el censo galáctico de planetas confeccionado hasta la fecha, pero no hay ninguno de ese tipo en nuestro sistema solar. (Imagen: NASA Ames)
Este amplio abanico potencial de clases de planetas, que se extiende más allá de lo manejable con la clasificación un tanto simplista que solo contempla SuperTierras o MiniNeptunos, emerge con creciente fuerza en las investigaciones actuales sobre los planetas del universo.
La información reunida durante cuatro años de observaciones de seguimiento hechas desde tierra a los sistemas solares donde el telescopio espacial Kepler detectó lo que parecían ser planetas, ha sido revisada y analizada. Los resultados de esta labor, reunidos en un informe presentado recientemente, confirman no solo que los numerosos candidatos firmes a planeta detectados por el Kepler son realmente planetas, sino que además ofrecen mediciones reveladoras de estos mundos enigmáticos cuyo tamaño está entre el de la Tierra y el de Neptuno.
Entre los planetas descubiertos, hay cinco nuevos planetas rocosos, con tamaños entre un 10 y un 80 por ciento mayores que el de la Tierra. Lo más llamativo es que dos de los nuevos mundos rocosos, denominados Kepler-99b y Kepler-406b, son ambos un 40 por ciento mayores que la Tierra en tamaño, y tienen una densidad enorme, similar a la del plomo. Estos dos extraños planetas tienen órbitas muy cercanas a sus respectivas estrellas, hasta tal punto que dan una vuelta completa a ellas en menos de cinco y tres días respectivamente. Esta cercanía implica que reciben tanto calor de sus estrellas que la temperatura reinante en ellos es demasiado elevada para permitir la existencia de vida.
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