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Jueves, 30 de Enero de 2014
Biología

Nuestros pulmones tienen receptores de olor

La nariz no es el único órgano del cuerpo humano capaz de detectar cosas como por ejemplo el humo de un cigarrillo propagándose por el aire. Se ha descubierto que nuestros pulmones también tienen receptores de olor.

El hallazgo lo ha hecho el equipo de Yehuda Ben-Shahar, de la Universidad Washington en San Luis de Misuri, Estados Unidos.

A diferencia de los receptores de la nariz, que están ubicados en las membranas de células nerviosas, las de nuestros pulmones están en las membranas de células neuroendocrinas. En vez de enviar impulsos nerviosos a nuestro cerebro para hacer que percibamos de manera consciente el olor del humo del tabaco, los receptores de olor en esas células neuroendocrinas incitan a éstas a liberar hormonas que hacen que las vías respiratorias se estrechen.

No podemos olvidar, tal como argumenta Ben-Shahar, que la estructura de nuestro cuerpo es, en bastantes aspectos, la de unos tubos abiertos al exterior, de modo que los mismos conductos que nos permiten respirar o tragar están esencialmente abiertos a cualquier cosa del entorno. Aunque esos conductos están dentro de nuestro cuerpo, a efectos prácticos forman parte de nuestra capa externa, por lo que constantemente sufren agresiones ambientales, y es lógico que la evolución les haya provisto de mecanismos de protección muy contundentes.

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En otras palabras, las células neuroendocrinas pulmonares, gracias a los citados receptores de olor, actúan como centinelas con la misión de impedir el paso, en la medida de lo posible, a sustancias químicas irritantes o tóxicas.

Estas células pueden ser responsables de la hipersensibilidad química que caracteriza a dolencias respiratorias tales como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y el asma. Como es sabido, a los pacientes con estas afecciones no les conviene exponerse a cosas tales como humos, perfumes fuertes y olores punzantes en general, ya que pueden provocarles una constricción de las vías respiratorias y dificultades para respirar.

Los receptores de olor en las células neuroendocrinas pulmonares podrían ser un blanco terapéutico útil. Mediante la estrategia de bloquearlas, tal vez se podría impedir algunos ataques de asma y EPOC, permitiendo a los pacientes de estas enfermedades reducir su consumo de esteroides o broncodilatadores.

En la investigación también han trabajado Steven L. Brody y Michael J. Holtzman, de la Universidad Washington en San Luis de Misuri, así como Michel J. Welsh, de la Escuela Carver de Medicina de la Universidad de Iowa, Estados Unidos.

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