Microbiología
Mayor resistencia a los antibióticos en bacterias a bordo de naves espaciales
La eficacia de los antibióticos se ha medido tradicionalmente para infecciones en la Tierra, pero la experiencia con antibióticos fuera de ella es muy escasa, y lo poco que se sabe no hace sino demostrar que allá arriba las reglas de juego cambian.
En estudios anteriores, se ha mostrado que en el espacio, y más concretamente en condiciones de ingravidez o microgravedad, las bacterias pueden sobrevivir y hasta proliferar sometidas a dosis de fármacos que en la Tierra les habrían provocado la muerte. ¿Cómo es esto posible?
Ésta es una cuestión de vital importancia no solo hoy en día con los astronautas que viajan a la Estación Espacial Internacional y permanecen allí meses, conviviendo en espacios cerrados, sino también para los futuros astronautas que algún día se embarcarán en misiones de larga duración a Marte y otros astros. Para estos viajeros futuros un regreso rápido de emergencia a la Tierra ante una infección no sería posible.
Averiguar por qué exactamente la microgravedad altera la interacción entre bacteria y antibiótico también ayudará a la ciencia a conocer mejor los entresijos de la farmacorresistencia de bacterias en la Tierra y quizá hallar nuevas e imaginativas formas de contrarrestarla.
La NASA ha emprendido una ambiciosa investigación sobre la eficiencia de los antibióticos en el espacio. La meta es averiguar las razones de la resistencia a los antibióticos en el espacio.
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El equipo de David Klaus, de la Universidad de Colorado en Boulder, Estados Unidos, trabaja con decenas de combinaciones distintas de bacterias E. coli con diversas concentraciones de un antibiótico de uso común. La estancia en el espacio de todo este material y su análisis posterior en la Tierra es la clave para intentar discernir detalles reveladores a partir de los índices de crecimiento y los cambios en la expresión de genes. En el proyecto participa también BioServe Space Technologies, adscrita a la Universidad de Colorado.
Es lógico asumir que la microgravedad es, de entre todas las condiciones que se dan a bordo de una nave espacial tripulada, la que más influye en esa alteración del nivel de vulnerabilidad de las bacterias a los antibióticos. Pero incluso esto constituye una cuestión intrigante, con muchas preguntas que todavía carecen de respuesta, ya que las bacterias están casi fuera de la influencia de niveles de fuerza de gravedad tan grandes como el reinante en la Tierra. Las bacterias no son ni lo bastante grandes ni lo bastante pequeñas para estar claramente a un lado o a otro de la frontera entre los objetos para los que la gravedad es una influencia importante y los objetos para los que no lo es.
Para las bacterias el movimiento browniano (movimiento aleatorio de partículas diminutas al ser golpeadas por átomos y moléculas) es casi tan importante o más que la fuerza de la gravedad. Si fueran más grandes, la gravedad sería para ellas claramente un factor determinante. Si fueran más pequeñas, la gravedad ya no tendría casi relevancia alguna, al verse superada por el "ruido".
La creciente resistencia a los antibióticos que algunas cepas bacterianas exhiben ya es un problema preocupante en la Tierra, pero lo puede ser aún más en el espacio ya que en el Ser Humano el viaje espacial de por sí puede también debilitar el sistema inmunitario. Si a eso se le añade la mayor capacidad que en el espacio demuestran tener las bacterias para proliferar y resistir a los antibióticos, el problema se vuelve muy serio.
La esperanza con investigaciones como ésta que la NASA ha puesto en marcha es que un conocimiento más profundo de cómo las bacterias combaten a los fármacos con los que las atacamos pueda llevar a mejores maneras de contrarrestar esa farmacorresistencia, no sólo en el espacio sino también en la Tierra.
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