Geología
¿Almacenar bajo el subsuelo marino todo el CO2 extra generado por la actividad industrial?
Sin embargo, cualquier plan para diseñar y hacer funcionar un programa a escala industrial para almacenar cantidades gigantescas de CO2 bajo tierra se enfrenta a serios desafíos tecnológicos. Una barrera importante es encontrar una manera de almacenar de forma estable grandes cantidades de CO2 durante siglos o incluso más tiempo.
En un nuevo estudio realizado con modelos digitales, el equipo de la investigadora Chiara Marieni, del Centro Nacional de Oceanografía de Southampton, adscrito a la Universidad de Southampton y al Consejo de Investigación del Medio Natural (NERC), las tres entidades en el Reino Unido, ha llegado a la conclusión de que en al menos cinco lugares del mundo se puede almacenar CO2 en estado líquido en el subsuelo del fondo marino. El equipo sugiere que cada uno de estos cinco lugares potenciales podría almacenar, según estimaciones conservadoras, las emisiones antropogénicas de CO2 de varios siglos.
A medida que su presión aumenta, o que disminuye su temperatura, la densidad del CO2 se eleva drásticamente. Sin embargo, la densidad del agua de mar permanece relativamente estable. Entonces, con la combinación adecuada de temperatura y presión, el CO2 se vuelve más denso que el agua de mar. Si se inyectara este gas dentro de un lugar del fondo marino con las condiciones adecuadas, que son esencialmente una profundidad de al menos 2.500 metros (8.202 pies) y una temperatura de entre 0 grados centígrados (32 grados Fahrenheit) y 30 grados centígrados (86 grados Fahrenheit), el dióxido de carbono permanecería gravitacionalmente estable.
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Estimando las temperaturas en la parte superior de la corteza oceánica, Chiara y sus colegas identificaron regiones donde podría ser posible almacenar de forma estable grandes cantidades de CO2 en los basaltos. Estas rocas fracturadas tienen altas proporciones de cavidades, y con el tiempo también pueden reaccionar con el CO2 de manera que éste quede atrapado en el carbonato de calcio sólido, evitándose así de modo permanente que escape al océano o a la atmósfera. Como precaución, Chiara refinó su selección, obteniendo así lugares que tienen la protección adicional de capas gruesas de sedimentos impermeables capaces de evitar que se escape el gas.
Los resultados de la investigación son prometedores, pero, tal como admite Chiara, es necesario seguir investigando estos sitios para medir con precisión las condiciones de los sedimentos locales y tomar muestras del basalto subyacente antes de poder confirmar este potencial.
Para evitar que el CO2 se escape al océano y aumentar la seguridad de esta estrategia, Marieni, Timothy J. Henstock y Damon A.H. Teagle también sugieren atrapar físicamente el gas. Si el CO2 se inyectara bajo varios cientos de metros de sedimentos, dentro de la capa porosa del subsuelo, no sólo sería gravitacionalmente estable, sino que también quedaría atrapado bajo los sedimentos de escasa permeabilidad, que actuarían a modo de tapa de recipiente.
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