Antropología
Rastreando en los idiomas la migración histórica de los primeros pobladores humanos de América
El análisis evolutivo aplicado a la relación entre los lenguajes de Norteamérica y de la Siberia Central indica aparentemente que la gente que durante un tiempo vivió en el puente de tierra del Estrecho de Bering y que luego migró, se dividió en dos grupos: Los que migraron de regreso a Asia Central, de donde parece ser que provenían, y los que avanzaron hasta entrar en Norteamérica.
El equipo de Mark Sicoli, de la Universidad de Georgetown en Washington D.C., y Gary Holton, de la Universidad de Alaska en Fairbanks, ambas instituciones en Estados Unidos, usaron una técnica desarrollada originalmente para investigar las relaciones evolutivas entre las especies biológicas y que se conoce como análisis filogenético. Con esta técnica se confecciona un esquema en forma de árbol, en el que se representan las relaciones de ancestros comunes basadas en rasgos compartidos. Los científicos usaron filogenia lingüística para calcular cómo se difundieron aproximadamente 40 lenguajes del área a lo largo de Norteamérica y Asia.
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Los autores del estudio prepararon en primer lugar un conjunto de datos lingüísticos clave de los idiomas de interés, modelaron la relación entre los datos, y entonces cotejaron en el modelo el resultado de todo eso con los patrones de migración desde Asia hacia Norteamérica, vía Beringia, una masa de tierra firme que existió durante el último máximo glacial y que se extendía desde el nordeste de Siberia hasta el oeste de Alaska, incluyendo el puente de tierra del Estrecho de Bering. Se cree que los ancestros de los primeros americanos abandonaron primeramente Siberia en busca de pastos más verdes, y se establecieron en Beringia donde permanecieron durante algún tiempo. Desde allí, la inmensa mayoría según una hipótesis muy aceptada, o bien sólo algunos de ellos según los resultados del nuevo estudio, avanzaron hacia Alaska y se convirtieron en la primera población humana de América.
Aunque los autores del nuevo estudio no pueden determinar de forma concluyente el patrón de migración sólo por los resultados de sus análisis, sí hay indicios bastante claros de que la migración no fue exclusivamente en dirección a América, y que una parte de la población de Beringia regresó a Asia.
Por otra parte, este estudio también constituye una buena demostración de la gran utilidad que puede tener el análisis "filogenético" de los idiomas para rastrear movimientos migratorios humanos del pasado lejano.
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