Oceanografía
Vigilancia de la acidez de los mares mediante robots submarinos de la red Argo
Los científicos ya pueden supervisar a distancia la acidez de los océanos y ciertos procesos químicos relacionados con ella, gracias a un nuevo modo de aprovechar la información recolectada por los robots submarinos de la red Argo. Estos robots, con forma de torpedo, tienen una longitud en torno al metro y medio, están pintados de un color amarillo intenso, y la mayor parte del tiempo se dejan arrastrar por las corrientes oceánicas profundas. Los datos que reúnen los transmiten vía satélite hacia una base ubicada en tierra firme.
Un equipo de científicos estadounidenses y canadienses determinó las relaciones entre la temperatura del agua de mar, su grado de acidez o pH, y los niveles de oxígeno y de CO2, a partir de observaciones realizadas en los últimos cinco años por expediciones en barcos de investigación. Estas relaciones han sido luego aplicadas a las observaciones de alta resolución sobre temperatura y oxígeno hechas por un robot de la red Argo, soltado en el Pacífico Norte a principios del 2010.
Muchas de las observaciones rutinarias han sido efectuadas tradicionalmente por personal científico a bordo de buques de investigación especializados, por lo que el uso de robots de la flota Argo para mediciones de acidez marítima representa un gran avance en la capacidad para vigilar la química oceánica con mayor frecuencia y a costos más bajos, tal como argumenta Lauren Juranek, del Instituto Conjunto para el Estudio de la Atmósfera y el Océano (JISAO), una institución que depende de la NOAA (la Administración Nacional estadounidense Oceánica y Atmosférica) y de la Universidad de Washington.
Desde que comenzó a forjarse la red internacional de observación Argo, sus robots han sido puestos a navegar en zonas marítimas desde 30 países, incluyendo España, México, Argentina y Perú. En la actualidad, hay en todo momento alrededor de 3.000 robots activos distribuidos por los mares del mundo.
Estos robots se dejan llevar por las corrientes oceánicas la mayor parte del tiempo. Descienden por la columna de agua hasta una profundidad de entre mil y dos mil metros, y recogen datos de temperatura, salinidad, y otros parámetros, hasta que suben a la superficie unos 10 días después, para transmitir su nuevo informe vía satélite.
La absorción de CO2 por el mar ocasiona que se eleve el nivel de acidez en el agua. Este proceso de acidificación marítima constituye una amenaza para los organismos que forman conchas o caparazones de carbonato de calcio, incluyendo mejillones, ostras y otros de consumo alimentario humano.