Botánica
Los vegetales se preparan de noche para los ataques diurnos de insectos
En un estudio sobre los mecanismos subyacentes en la resistencia de los vegetales a las plagas de insectos herbívoros, unos biólogos de la Universidad Rice en Estados Unidos han mostrado que los vegetales se anticipan a los ataques diurnos de los insectos voraces y hacen preparativos sofisticados para defenderse.
La inmovilidad de los vegetales puede darnos la impresión de que no realizan acto alguno, tal como señala Janet Braam del equipo de investigación, pero en realidad están muy ocupados llevando a cabo numerosas tareas, tal como subrayan los resultados del nuevo estudio. "Es impresionante ver toda esta actividad a escala genética; es como ver una fortaleza asediada poniéndose en estado de máxima alerta", recalca Braam.
Desde hace tiempo, los científicos saben que los vegetales tienen un reloj interno que les permite medir el tiempo independientemente de las condiciones de iluminación que tengan. Por ejemplo, se sabe que algunos vegetales que siguen al Sol con sus hojas durante el día las "reinician" durante la noche y las mueven de nuevo hacia el este a la espera de la salida del Sol.
En los últimos años, los científicos han comenzado a usar potentes herramientas genéticas para el estudio de los ritmos circadianos de las plantas. Los investigadores han encontrado que un tercio de los genes de la Arabidopsis thaliana, una especie muy estudiada en biología vegetal, es activado por el ciclo circadiano.
Los autores del nuevo estudio se propusieron averiguar si algunos de estos genes regulados por ciclos circadianos podrían permitir a los vegetales anticiparse al ataque de los insectos, de modo muy parecido a como anticipan la salida del Sol.
En un experimento, se usaron ciclos de luz de 12 horas para ajustar los relojes circadianos de plantas de Arabidopsis y los de orugas de una especie herbívora que se alimenta de estos vegetales. A la mitad de las plantas se las colocó con orugas que tenían su mismo ciclo día-noche, y a la otra mitad se las colocó con orugas cuyos relojes internos estaban ajustados para que su periodo diurno de actividad coincidiera con las horas durante las que las plantas estaban en el modo nocturno.
El resultado fue que las plantas cuyos relojes se encontraban bien sincronizados con los de los insectos fueron bastante resistentes a sus ataques, mientras que las plantas cuyos relojes estaban desincronizados con respecto a los de los insectos fueron diezmadas por estos.
En el estudio también han trabajado Danielle Goodspeed, Wassim Chehab y Amelia Min-Venditti, de la Universidad Rice, así como Michael Covington (ahora en la Universidad de California en Davis).