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Redacción
Miércoles, 25 de Marzo de 2020
Medicina

Combatir al coronavirus con fármacos ya aprobados para otros usos

Unos análisis computacionales realizados en Estados Unidos indican que algunos medicamentos que ya fueron aprobados en su día por la Administración estadounidense de Alimentos y Medicamentos (FDA) para tratar otras dolencias podrían servir tal vez para combatir a la enfermedad pandémica COVID-19, provocada por el coronavirus SARS-CoV-2.

 

Aunque existen diversas iniciativas en curso para desarrollar vacunas con las que prevenir nuevas infecciones por SARS-CoV-2 y medicamentos para tratar las infecciones activas, todavía es pronto para que se pueda comenzar a usarlos masivamente, de modo que una buena estrategia para encontrar fármacos utilizables a muy corto plazo contra la COVID-19 es buscarlos de entre todos los que ya pasaron con éxito los ensayos clínicos y están disponibles en el mercado. Esto permite ahorrar el tiempo dedicado a comprobar que no tienen efectos secundarios graves y el dedicado a poner en marcha su elaboración a gran escala.

 

La mayoría de los fármacos ejercen sus efectos al enlazarse a objetivos específicos en el cuerpo humano o en bacterias o virus causantes de enfermedades. Los puntos de enlace de los fármacos pueden ser, por ejemplo, proteínas, receptores o canales, cuyas funciones se ven entonces alteradas por la acción del fármaco. Sin embargo, casi todos los medicamentos causan efectos secundarios debido a la influencia que ejercen en puntos ajenos al blanco de ataque a los cuales se adhieren sin que esa haya sido la intención de quienes han diseñado los medicamentos. Muchas veces, es inviable evitar la acción en los puntos ajenos al blanco de ataque sin comprometer la acción contra este.

 

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Hesham Sadek. (Foto: UT Southwestern Medical Center)

 

El equipo del Dr. Hesham Sadek, del Centro Médico del Sudoeste, dependiente de la Universidad de Texas, pensó que algunos fármacos aprobados por la FDA podrían actuar de esa manera involuntaria contra puntos vulnerables del SARS-CoV-2. Para poner a prueba esta idea, el grupo, compuesto por biólogos estructurales, químicos especializados en farmacología y otros especialistas, realizó un estudio por ordenador para intentar averiguar qué fármacos de entre la enorme cantidad de los aprobados podrían ser útiles contra este virus.

 

El equipo se centró en la principal proteasa del SARS-CoV-2, una enzima que resulta vital para que el virus logre infectar células y replicarse mediante la maquinaria de replicación de estas. Otros científicos recientemente dilucidaron la estructura de esta enzima, incluyendo su “conector”. Un medicamento que se adhiera fuertemente a este conector podría bloquear su función, tal como explica Sadek, haciendo que el virus sea incapaz de multiplicarse y propagar la infección.

 

Para identificar los fármacos candidatos, los investigadores usaron un programa informático que mediante simulaciones digitales basadas en datos estructurales emparejaba todos los fármacos aprobados por la FDA con el conector del virus. Luego examinaron manualmente qué fármacos de entre aquellos que encajaban estructuralmente con el conector podían forjar enlaces químicos lo bastante fuertes con este una vez establecido el contacto.

 

No es de extrañar que, entre los medicamentos que más idóneos resultaron ser para forjar dichos enlaces químicos, figuren varios fármacos antivirales, como el Darunavir, el Nelfinavir y el Saquinavir, que actúan contra las proteasas. Sin embargo, los investigadores también identificaron varios candidatos cuyo uso habitual queda muy lejos del que tienen los antivirales. Entre ellos se encuentran el Moexipril (un inhibidor de la enzima convertidora de la angiotensina), Daunorubicin y Mitoxantrone (dos fármacos de quimioterapia), Metamizol (un analgésico), Bepotastine (un antihistamínico) y Atovaquone (un fármaco antipalúdico). Uno de los candidatos más prometedores era la rosuvastatina, una estatina que se vende bajo la marca Crestor y que ya toman millones de pacientes en todo el mundo para reducir su colesterol.

 

Sadek explica que aunque varios de esos candidatos seguramente no son adecuados para administrárselos a pacientes gravemente enfermos (como es el caso de esos dos fármacos de quimioterapia) la rosuvastatina muestra un buen perfil de seguridad, es barata y suele estar disponible con facilidad.

 

Sin embargo, tal como alerta Sadek, debido a que este estudio se basa en buena parte en predicciones hechas por un programa informático, se desconoce por ahora si alguno de estos candidatos será realmente eficaz contra el SARS-CoV-2. Para saberlo habrá que completar primero estudios adicionales de validación. Y, como siempre, automedicarse, sin supervisión de médicos, es una opción muy arriesgada. (Fuente: NCYT Amazings)

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